martes, 28 de febrero de 2012

Los Sátiros, Dioses Sexuales




Los sátiros (en griego Satyroi) son criaturas masculinas  que en la mitología griega acompañaban a Pan y Dioniso, vagando por bosques y montañas.

 En la mitología están a menudo relacionados con el apetito sexual, y los pintores de vasijas solían representarlos con erecciones perpetuas.

 En su origen, los sátiros y silenos eran criaturas rudas y desvergonzadas que sobreponían a su naturaleza humana las más groseras cualidades animales. Lucían cuernos y orejas de cabra, cola de caballo y un falo siempre erecto que aludía a su sexualidad desmedida.



Más adelante, ya en época Helenística, se les añadieron patas, pezuñas y cola de macho cabrío. Parece que al principio los sátiros y silenos no eran exactamente iguales. 

Los sátiros, relacionados con las Ménades, forman el «cortejo dionisíaco» que acompaña al dios Dioniso. Pueden estar también asociados con el dios Pan.

 Algunas tradiciones consideran a Sileno padre de la tribu de los sátiros. Los tres mayores de éstos, llamados Marón, Leneo y Astreo, eran iguales a su padre, y por ellos fueron también conocidos como silenos.

 Según algunas versiones del mito, habrían sido ellos los padres de los sátiros (de los que entonces sería Sileno su abuelo). Los tres estuvieron en el séquito de Dioniso cuando éste viajó a la India, y de hecho Astreo era el conductor de su carro.
Se les representa de varias formas; la más común (y básicamente romana) es la de una criatura mitad hombre mitad carnero, con orejas puntiagudas y cuernos en la cabeza, abundante cabellera, una nariz chata, cola de cabra y un priapismo permanente.



 La leyenda de estos últimos se origina en Asia Menor , fruto de la unión de algunas tribus de humanos con seres equinos; los sátiros, en cambio, procedían del Peloponeso o de alguna de las islas del Egeo y siempre fueron humanos con transmutaciones cabrunas. Sin embargo muy pronto estas diferencias dejaron de existir y ambos –sátiros y silenos- adquirieron las mismas características .

A menudo llevan pieles de animales, de pantera (atributo de Dioniso).


Las representaciones romanas confundían a los sátiros con los faunos, quienes solían tener piernas de chivo. La confusión ha perdurado incluso en obras de arte contemporáneas, como el «fauno danzante» de Lequesne, que es más bien un sátiro.

Se les ha representado en varias edades de su vida. Los menores son llamados satyrisci, y se los representa como graciosos jóvenes: el sátiro Anapauomenos («en descanso»), atribuido a Praxíteles, es el mejor ejemplo.

Los sátiros mayores son llamados silenos, por Sileno, preceptor de Dioniso, y se les representa como de una gran fealdad. Aparecen a menudo con una copa o un tirso en la mano, en actitud de bailar con las ninfas, a las que a menudo persiguen.

Los sátiros son criaturas alegres y pícaras, aunque su carácter desenfadado y festivo puede volverse peligroso e incluso violento.

 Como criaturas dionisíacas, son amantes del vino, las mujeres y disfrutan de los placeres físicos.



Bailan al son de las flautas (auloi), címbalos, castañuelas y gaitas. Tienen un baile especial llamado sikinnis. Debido a su gusto por el vino, a menudo aparecen sosteniendo copas y aparecen en la decoración de vasijas y vinajeras.
En el arte griego arcaico, los sátiros aparecen como criaturas ancianas y feas, pero en un período posterior, especialmente en las obras de la escuela ática, su fealdad es suavizada con un aspecto más grácil y juvenil.


En las leyendas griegas, los sátiros habitaban en la Arcadia, paraíso de la vida bucólica y agreste. Eran seres lujuriosos de potencia sexual descontrolada.

 Su afán principal era seducir a las ninfas, pero como eran groseros y burdos, ellas los rechazaban.

Sin embargo el rechazo no lograba sino exacerbar el interés de los sátiros -que eran terriblemente rijosos- así que mientras las bellas ninfas cuidaban de sus rebaños, ellos las acechaban y raptaban para violarlas.

Por eso han sido siempre símbolo de lascivia e incontinencia.

 La escultura clásica presenta, sin embargo, una variación iconográfica excepcional.

Esta transformación o humanización del sátiro aparece en el arte griego tardío.

De la mano del escultor griego Praxiteles nació un sátiro joven y hermoso en el que las partes animales apenas están insinuadas.

Más adelante, siguiendo el camino marcado por Praxiteles, encontraremos esculturas de sátiros que presentan una salvaje belleza.


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Aunque no son mencionados por Homero, en un fragmento de las obras de Hesíodo se dice que los sátiros son hermanos de las ninfas de las montañas y de Kuretes, fuertemente conectados con el culto de Dionisos y que son criaturas caprichosas e indignas.

 En el culto de Dionisos los seguidores masculinos son conocidos como sátiros y los femeninos como ménades o bacantes.




lunes, 27 de febrero de 2012

ISLAM. Los signos del zodíaco Abû Ma'shar




Doce miniaturas persas que reproducen los signos del zodíaco bajo una forma antropomórfica.

Las imágenes que presentamos proceden de un manuscrito egipcio de entre los siglos XIV o XV y reproducen un tratado de astrología persa del siglo IX, llamado el Kitâb al-Mawalid, de Abû Ma’shar. 



Es uno de los documentos más influyentes en el desarrollo de la astrología occidental. Si bien el manuscrito al que pertenecen estas ilustraciones procede del Cairo, los dibujos parecen ser obra de un artista persa.

 Todo el conjunto ocupa treinta y seis páginas que reproducen a Iblis y a otros demonios y representaciones de los signos zodiacales,  en general, tres para cada decanato de cada uno de los signos.



Su autor, Abû Ma’shar, cuyo nombre completo era Ja'far ibn Muhammad Abu Ma'shar al-Balkhi, (787-886), fue uno de los más importantes astrólogos de la época. Se le atribuyen unos 50 libros. 



Los mas famosos son "Las grandes conjunciones", "El libro de los miles", basado en la entrada anual del sol en Aries. 



"El libro de los milenios" referido a los ciclos de Júpiter y Saturno, el "Kitab al Qiranat", también sobre las conjunciones de Júpiter y Saturno, etc.



 La copia más antigua de este tratado llamado la “Doctrina de las treinta estrellas fijas” es un original griego que reproduce la obra perdida de un anónimo astrólogo egipcio de finales del siglo III.


 En el s. VIII se traduce al árabe este texto a partir de una versión persa, atribuida a Zoroastro.

 Esta traducción se debe al erudito Masha’allah. Por fin lo encontramos en el s. IX, en el Kitâb al-Mawalid o “Libro sobre los juicios de los nacimientos” de Abû Ma’shar.

 Posteriormente el texto de Masha’allah sobre las estrella fijas fue traducido al latín por Hugo de Santalla en 1141-1151 bajo el título “Liber Aristotilis”.




miércoles, 22 de febrero de 2012

DE TIGRESA A TIGRESA MEDITERRANEA





Bueno , ya tienes una idea  de lo que significa ser una Tigresa Blanca 


Pero, de mujer a mujer, a nosotras , tanta tècnica oriental nos parece estupendo , solo que somos mas pràcticas y  no disponemos de tantos años para prepararnos  ni necesitamos  un Dragon que nos mantenga .


Nuestro plan es  conocer los  "secretillos " para  que ellos esten encantadìsimos de habernos conocido y  por supuesto ponerles  a "ellos" al dia sobre lo que  mas nos gusta y nos encandila ¿verdad? que conozcan   nuestras preferencias y zonas sensibles:





Ya somos conscientes de que  el Placer Rejuvenece , a nosotras  y  a ellos tambien; por  eso , un Dragòn del color que sea , pero  Apasionado........¡¡Hummmmmmmm!!  Vital.......Alegre..........Entregado...........y  dispuesto a explorar  con nosotras  el Laberinto de los Misterios  de nuestro cuerpo........se merece que aprendamos cualquier tècnica por  Oriental  que sea  para  hacerlos  Rugir y echar Fuego.


Asì que  ¡¡ a tomar nota para practicar !! 



Encanta al dragón

¿Quieres saber cuál es, para las tigresas, el plato "estrella" de un encuentro sexual?

Entonces, deja que te contemos una de sus técnicas más avanzadas: El vuelo del dragón y el rugido de la tigresa.

La idea es que, primero, tu amorcito y tú se tiendan en direcciones opuestas sobre la cama, apoyados cada uno sobre su perfil derecho y con las rodillas ligeramente flexionadas.

 Así, a cada uno de los dos el "tesorito" del otro le quedará justo delante de la cara... y ya te imaginarás para qué.








Tú, en tu calidad de tigresa mediterrànea, vas a tener que abrir la boca y dejarlo pasar... pero sólo un poco. ¿La idea? Que únicamente el extremo del pene (el glande) quede aprisionado entre tus labios.

 Después, con los dedos pulgar e índice de la mano izquierda (como formando una letra O) vas a rodear a su amiguito y darle unos cuantos besos franceses, pasando tu lengua lenta, pero firmemente, alrededor del extremo de su miembro.


Siempre me pareciò que el Frances es .......tan dulce de pronunciar y  ¡¡tan interesante de practicar !!¡¡ Ahhhhhhhh!!

 El dato que sigue es el que marca toda la diferencia entre una felina improvisada y una tigresa con todas las de la ley: durante la maniobra completa, tomas lentamente el aire por la nariz, y cuando ya él esté a punto de explotar, te dará un suave toque en la cabeza para que te detengas.

 En ese momento, comenzarás a acariciar con tu lengua su entrepierna al mismo tiempo que le pellizcas suavemente (sua-ve-men-te, ¿entendiste bien?) el extremo del pene con tus dedos medio y pulgar (a modo de pinza), para retrasar su orgasmo.





Es importante  que saborees cada centìmetro de su piel,  que te recrees en lo que estas haciendo, disfrutando como si te estuvieras comiendo el mejor helado de chocolate de tu vida, la predisposiciòn mental  te ayudarà mucho al èxtasis de tu pareja,  palabrita de Tigresa.


Luego de detener la acción tres veces, te garantizamos que él alcanzará el clímax más intenso de su vida como dragón. Y también vas a entender por qué las tigresas blancas eran tan veneradas y solicitadas.

Círculos de pasión

El hecho de que el sexo oral sea el plato principal dentro del menú sexual de la tigresa, no significa que el dragón nunca esté dentro de ella. En lo absoluto. 


Sólo que lo hace de vez en cuando, muy lentamente, invirtiendo mucho más tiempo en el juego previo. ¿Una de las poses favoritas? El sobre la cama y tú a horcajadas sobre él.







 El dragón tiene que estimular tu botoncito mágico con el pulgar de su mano izquierda y, con el índice, tu puerta trasera. Puede introducir este último dedo, pero sólo hasta la primera falange.


Si no te agrada que te urgen en la puerta trasera........tranquilamente  ¡¡dilo!! y pàsale los dedos a tu vagina,  sin apurarte, estarà encantado  de verte en èxtasis gracias a sus habilidades.

Si hay algo que debemos valorar de los orientales es el sentido del tiempo que tienen".

"Una mujer disfruta más del sexo lento, pausado y no limitado a lo genital,la mujer es emocional  tiene que sentir algo, aunque no sea amor, amistad, admiraciòn, complicidad o  cariño a una mujer el sexo solo genital termina aburrièndola".

 Por todas estas razones, pídele a tu chico que avance con calma, y que se demore todo lo que pueda en tu boca y en tus senos tus senos y tu cuello son zonas erògenas importantìsimas, es por donde se empieza a calentar el horno.










 Eso sí: cuando ya estés a punto de ebullición, dile que dibuje círculos con su dedo pulgar sobre el clítoris... ¡y a rugir!

Dragón en llamas

Otra opción más allá del sexo oral: te tiras boca arriba sobre la cama, con un almohadón bajo el trasero, para exponer bien tu zona V.

 El dragón se ubica entre tus piernas y te introduce la punta del dedo índice.

Tú, por tu parte, estimulas los pechos de él con las manos y tratas de que su dedo penetre aún más, cosa que tu pareja tratará de impedir.

Sí, esta es la variante oriental del "más, más, más..." Cuando él te sienta a punto de explotar, se tenderá sobre ti -sosteniendo el peso de su cuerpo con las manos y los brazos- y dejará que sólo entre la punta de su miembro.









 Por último, cuando sientas que estás al llegar al clímax, volverán a hacer otro cambio y pasarán a adoptar la posición del 69. 


 Intenta retrasar lo mas posible el orgasmo de tu compañero, así serà para èl mucho mas placentero  y  a ti te da el  tiempo suficiente para tener dos o tres orgasmos antes de que èl llegue al climax..........recuerda no hay nada mas sexy que una mujer multiorgàsmica, pero todo tiene sus truquillos.

 Pues ahora a enseñarle estos secretos a tu pareja si es que la tienes y si no, a buscarse un voluntario voluntarioso que desee practicar  estas tècnicas contigo, no te preocupes que no te va a faltar con quien practicar .


Personalmente ¡¡¡Aprender siempre me pareciò divertido , y ahora mucho mas!!! Espero que me cuentes tus experiencias.



martes, 21 de febrero de 2012

LEDA Y EL CISNE Mitologia y Arte.







Leda es hija de un rey de Etolia, llamado Testios, y de Euristemis. Es de una belleza tan sorprendente que hasta llama la atención al propio padre de los dioses.


Antes de que Zeus la descubra, un hombre se ha enamorado de Leda. Es Tíndaro, un rey de Esparta huido, que se ha refugiado en Etolia después de que sus hermanos le destronaron y le querían matar.

Testios le da hospitalidad y le presenta a Leda, su hija. En cuanto Tíndaro la ve, le gusta tanto que le pide que se la dé también. El rey accede y Tíndaro y Leda se casan.

Entonces Hércules les ayuda a reconquistar Esparta. Tíndaro vence a sus hermanos y recupera el trono.

Por aquellos tiempos, Zeus decide crear la casta de los semidioses, destinados a ayudar o a fastidiar a los hombres, según el humor.

Quiere que los primeros semidioses tengan una belleza perfecta y les busca como madres a las mujeres más bellas de la tierra. Como padre se basta a sí mismo; pues por algo es también el padre de los dioses.


Tiene noticias de la belleza de Leda y decide hacerla madre de semidioses.

Tíndaro no le sirve como padre, porque es mortal y los hijos de dos mortales sólo pueden ser mortales como sus padres.

No ha visto todavía a Leda con sus propios ojos de dios. La quiere ver antes de elegir el rival de Tíndaro, y una tarde, a la hora del paseo de Leda, se oculta entre los arbustos del jardín real.

La ve, le gusta mucho, la ama y da por resuelta la cuestión del padre: será él mismo.



Apoderarse de Leda y hacerla madre no le costaba nada. Pero Zeus empezaba a darse cuenta de que sólo el amor es capaz de dar fruto de hijos útiles a la humanidad, y quiso que, por primera vez, sus hijos fuesen hijos del amor.

 Podía haber tomado la forma humana de un bello adolescente. Pero Tíndaro era el mejor de los hombres de su tiempo y la competencia se ponía difícil. Zeus resolvió el problema con astuta habilidad.

Una tarde Leda estaba en su jardín, junto al lago, y vio que se le acercaba un hermoso cisne. Nunca había visto un animal tan bello.

El cisne llegó a la orilla y Leda lo acarició y lo besó. Notó que la carne del cisne se estremecía de placer y pensó: «Es un animal sensible».

Zeus, que podía seguir los pensamientos de Leda, comprendió que la cosa iba por buen camino. De vuelta al Olimpo consultó con su otra hija, Afrodita.

Era su hija predilecta y no tenía secretos para ella. Afrodita murmuró:

—Lo comprendo; una gran belleza inspira siempre amor.
—En los hombres, que son muy sensibles a la belleza, sí. En las mujeres, no.
—Acaso una gran compasión...

Ya empezaba a saber Afrodita que la compasión es uno de los sentimientos femeninos que más fácilmente se transforman en amor.



 Zeus y Afrodita hacen un pacto secreto y una tarde, mientras Leda estaba sentada a la orilla del lago esperando al cisne, oye en los aires un extraño rumor.
Levanta los ojos y ve llegar a su cisne querido perseguido de cerca por un águila negra. El cisne no puede aceptar el combate con otro animal más fuerte y huye, volando disparado hacia la tierra.

Leda le tiende los brazos, el cisne la descubre y se refugia en ellos tembloroso. El águila no se atreve contra Leda y remonta el vuelo.

Esto ocurre en aquella hora tan dulce del atardecer, cuando el sueño de amor se apodera de todos los corazones sensibles.

Nadie ha podido describir el amor del cisne y Leda, porque Zeus, que lo tiene todo previsto, hizo que se formara una gran nube densa que oscureció la luz del sol.

Se ha sabido que el águila negra llegó, espacio arriba, hasta el Olimpo y que allí recuperó su verdadera forma.



Era la misma diosa Afrodita que se había transformado para ayudar a su padre, fingir que atacaba al cisne y enternecer así el corazón de Leda.

El resultado del amor de Zeus y Leda no se hizo esperar y revistió la extraña forma de un huevo.

Y del huevo salieron dos niños gemelos. Ésta es la primera vez que los gemelos figuran en la leyenda, y son gemelos nacidos, como los auténticos, del mismo huevo de mujer.

Pero Leda, durante su trato amoroso con Zeus, no había dejado de cumplir con Tíndaro, a quien amaba, sus deberes de esposa. Y así tuvo un parto doble, en realidad cuádruple, porque empezó por dos huevos y terminó por cuatro hijos, dos de cada huevo.



En este punto la leyenda tiene versiones distintas y existe una cierta confusión.
Según la versión más autorizada, de cada huevo de Leda salió un niño y una niña. Una de las parejitas, la que salió del huevo cuyo padre era Zeus, era de semidioses inmortales : Pólux y Helena. Del otro huevo salió una pareja mortal, humana, cuyo padre era Tíndaro: Castor y Clitemnestra.

En otra versión, la pareja de gemelos inmortales, hijos de Zeus, son los dos muchachos Castor y Pólux, y la pareja mortal las dos niñas, Helena y Clitemnestra.

Pero no parece ésta la versión auténtica, pues por todo lo que ocurre después se sabe que Clitemnestra y uno de los dos hermanos, Castor, son mortales.
 De la inmortalidad de Pólux no se ha dudado nunca. De la de Helena, sí, y en algunas versiones de la leyenda se la trata, a última hora, como a un mortal cualquiera.

Muchos poetas griegos cuentan las mismas leyendas, a veces con siglos de diferencia; pero no las cuentan todos igual. La antigua leyenda les inspira y la inspiración hace todo lo demás.

Esta Helena, hija de Zeus y Leda, fue la causa, como explicaremos en otra historia, de la famosa guerra de Troya. Clitemnestra, la niña de la otra pareja, fue la mujer de Agamenón, el héroe griego, rey de Argos y de Micenas y hermano de Menelao, esposo de Helena al principio de la guerra de Troya.




Castor y Pólux fueron dos bellos mozos, muy parecidos, aunque hijos de padres distintos.

Quizás este parecido fue la causa de la confusión de las versiones que les suponen salidos del mismo huevo e hijos ambos de Zeus. Pólux era inmortal, como Zeus su padre, y Castor era mortal como su padre Tíndaro.

Fueron famosos, acompañaron a los argonautas en su famosa expedición, invadieron Atenas para recuperar a Helena, que, muy jovencita, había sido raptada por el viejo rey Teseo, y cuando Castor murió a manos de su primo Idos, Pólux, desconsolado, rogó a Zeus que le hiciera morir también.

Zeus no le pudo complacer, porque Pólux había nacido inmortal, y para no separarle de su hermano mezcló la inmortalidad de uno con la mortalidad del otro, y los dos residen desde entonces durante medio año en el reino de los muertos, y durante el otro medio año en el Elíseo con los inmortales.


Los antiguos les dedicaron dos estrellas de primera magnitud, en una de las constelaciones del Zodíaco, en Géminis.

Leda es fuente de inspiraciòn  en todas las expresiones del Arte, he aquì dos poemas .



Leda de Rubén Darío
El cisne en la sombra parece de nieve; 
su pico es de ámbar, del alba al trasluz; 
el suave crepúsculo que pasa tan breve 
las cándidas alas sonrosa de luz.


Y luego en las ondas del lago azulado, 
después que la aurora perdió su arrebol, 
las alas tendidas y el cuello enarcado, 
el cisne es de plata bañado de sol.


Tal es, cuando esponja las plumas de seda, 
olímpico pájaro herido de amor, 
y viola en las linfas sonoras a Leda, 
buscando su pico los labios en flor.


Suspira la bella desnuda y vencida, 
y en tanto que al aire sus quejas se van, 
del fondo verdoso de fronda tupida 
chispean turbados los ojos de Pan.


LOS JARDINES DE AFRODITA  fragmentos a Leda
FRANCISCO VILLAESPESA
I

El ritmo, el gran rebelde, me rinde vasallaje,
y cuando quiero ríe, y cuando quiero vuela,
y he domado a mi estilo como a un potro salvaje,
a veces con el látigo y a veces con la espuela.

Conozco los secretos del alma del paisaje,
y sé lo que entristece, y sé lo que consuela,
y el viento traicionero y el bárbaro oleaje
conocen la invencible firmeza de mi vela.

Amo los lirios místicos y las rosas carnales,
la luz y las tinieblas, la pena y la alegría,
los ayes de las víctimas y los himnos triunfales.

Y es el eterno y único ensueño de mi estilo
la encarnación del alma cristiana de María
en el mármol pagano de la Venus de Milo.


V





El cisne se acercó. Trémula Leda
la mano hunde en la nieve del plumaje,
y se adormece el alma del paisaje
de un rojo crepúsculo de seda.

La onda azul, al morir, suspira queda;
gorjea un ruiseñor entre el ramaje,
y un toro, ebrio de amor, muge salvaje
en la sombra nupcial de la arboleda.

Tendió el cisne la curva de su cuello,
y con el ala -cándido abanico-,
acarició los senos y el cabello.

Leda dio un grito y se quedó extasiada...
y el cisne levantó, rojo, su pico
como triunfal insignia ensangrentada.

VIII

Para escanciar el vino de mi viña temprana,
Fidias, divino artífice, en marfil y oro puro
modeló fina copa, sobre el más blanco y duro
seno que sorprendiera jamás pupila humana.

Son dos ninfas en arco las asas de esa copa,
y en ella están grabados, entre vides y flores
y sátiros que acechan, los lúbricos amores
de Leda con el Cisne, y el Toro con Europa.

Amada, ¡bebe y bésame! Al destino no temas,
que al borde de la copa rebosante de gemas,
cinceló Anacreonte estos versos divinos
cuyo ritmo el secreto de la existencia encierra:
-Bebe, ama y alégrate mientras sobre la tierra
haya labios de rosas y perfumados vinos.







IX

Con el fervor de un lapidario antiguo,
quiero miniar a solas y en secreto,
la tentación de tu perfil ambiguo
en las catorce gemas de un soneto.

Para nimbar tu tez blanca y severa,
a modo griego, cual real tesoro,
recogerá tu negra cabellera
sobre la nuca un alfiler de oro.

En líneas escultóricas plegada
la túnica e inmóvil la mirada
con la clásica unción de las flautistas...

La siringa en el labio, y temblorosos
sobre el registro, en gestos armoniosos,
tus dedos enjoyados de amatistas.





X

Para cantar mi mente quiero un verso pagano;
un verso que refleje la cándida tristeza
del azahar, que, trémulo, deshoja su pureza
a las blancas caricias de una tímida mano.

No amortajad mi cuerpo con el sayal cristiano;
ceñid de rosas blancas mi juvenil cabeza,
y prestadme un sudario digno por su riqueza
de envolver a un fastuoso emperador romano.

¡Que abra la cruz sus brazos en negra catacumba!
Yo amo al sol, luz y vida, y quiero que en mi tumba
brotes, cual dulces versos, las más fragantes flores.

Y que al son de la flauta y del sistro, en la quieta
tarde, las locas vírgenes tejan danzas de amores
en torno de la estatua de su muerto poeta.