domingo, 23 de septiembre de 2012

Cristo de San Juan de la Cruz . Salvador Dalì




Es un famoso cuadro del pintor español Salvador Dalí realizado en 1951. Está hecho mediante la técnica del óleo sobre lienzo, es de estilo surrealista y sus medidas son 205 x 116 cm. Se conserva en el Museo Kelvingrove, en GlasgowReino Unido.

  Dalí retrata la Crucifixión de Jesucristo de una nueva perspectiva, con poder emocional y una sofisticación teológica que es francamente sorprendente.

El primero punto de interés de Cristo de San Juan de la Cruz es el título, que refleja la nueva filosofía de Dalí.  San Juan de la Cruz era un místico del Siglo XVII y un amigo y contemporáneo de Santa Teresa de Jesús en Ávila.  

Durante un éxtasis espiritual, hizo un dibujo de la crucifixión de un punto de vista arriba de Jesús (Descharnes 169).  Por usando este dibujo por inspiración, Dalí está continuando la tradición mística en España. 

 Esto era el gol de muchas de sus pinturas: en su Manifiesto místico, hecho en el mismo año de este Cristo, dice que es el <<inventor de la nueva mística paranoicocritica  y, como su propia nombre, el salvador de la pintura moderna.

  Según Dalí, el misticismo era la única filosofía de su edad que podría comprender el nuevo mundo atómico, con su nueva metafísica y nueva ciencia.  <<¡Muerte al academicismo, a las fórmulas burocráticas del aire, al plagio decorativo, a las débiles aberraciones del arte africano!  ¡A mí Santa Teresa de Ávila!>>

En el número especial de 1952, editado por la Scottish Art Review, Dalí explica la pintura con las siguientes palabras:

"La posición de Cristo ha provocado una de las primeras objeciones respecto a esta pintura. Desde el punto de vista religioso, esa objeción no está fundada, pues mi cuadro fue inspirado por los dibujos en los que el mismo San Juan de la Cruz representó la Crucifixión.

En mi opinión ese cuadro debió ser ejecutado como consecuencia de un estado de éxtasis.
 La primera vez que vi ese dibujo me impresionó de tal manera que más tarde, enCalifornia, vi en sueños al Cristo en la misma posición pero en paisaje de Port Lligat y oí voces que me de decían: "¡Dalí tienes que pintar ese Cristo!".

Y comencé a pintarlo al día siguiente. Hasta el momento en que comencé con la composición, tenía la intención de incluir todos los atributos de la crucifixión –clavos, corona de espinas, etc.- y de transformar la sangre en claveles rojos sujetos en las manos y los pies, con tres flores de jazmín sobresaliendo de la herida del costado. 
Las flores hubieran sido realizadas a la manera ascética de Zurbarán. Pero justo antes de finalizar mi cuadro, un segundo sueño modificó todo esto, tal vez a causa de un proverbio español que dice: A mal Cristo, demasiada sangre.


En ese segundo sueño, vi el cuadro sin los atributos anecdóticos: sólo la belleza metafísica del Cristo-Dios.
 También había tenido al principio la intención de tomar como modelos para el fondo a los pescadores de Port Lligat, pero en ese sueño, en lugar de ellos, aparecía en un bote un campesino francés pintado por Le Nain, del cual sólo el rostro había modificado a semejanza de un pescador de Port Lligat. 


Sin embargo, visto de espadas, el pescador tenía una silueta velazqueña. Mi ambición estética en ese cuadro era la contraria a la de todos los Cristos pintados por la mayoría de los pintores modernos, que lo interpretaron en el sentido expresionista y contorsionista, provocando la emoción por medio de la fealdad.

 Mi principal preocupación era pintar a un Cristo bello como el mismo Dios que él encarna."


Según el cristianismo, Dios nos creó en su propia imagen, pero también nos dio la elección libre para amarlo, y hacer bueno, u odiarlo, y hacer mal.  Dios no puede aguantar el mal, y por eso desde la caída de Adán y Eva y su expulsión del Jardín de Edén, los pecados han separado la humanidad de Él.  Para reunir y reparar las relaciones con Dios, se puso costumbre para los judíos sacrificarle algunas posesiones valuables – animales, comida, dinero. 
 Estos funcionaron para cosas sencillas, pero ¿cualquier sacrificio nos permitiría viviría con Dios en el Paraíso?  ¿Cualquier sacrifico redimiría todos los pecados de la historia de humanidad?  No cantidad de animales sería suficiente.  

En lugar de esto, Dios ofreció su propio hijo, Jesucristo, como sacrificio.  Porque Jesucristo era verdadero hombre y verdadero Dios, podía llenar el vacío entre Dios y la humanidad para siempre. 



El momento de este sacrificio era la Crucifixión.  Por eso, en la teología cristiana, la crucifixión no sólo es físico – es cósmico, lo que nos salvó para eternidad.

Esta es la realidad de Cristo de San Juan de la Cruz. 


La gran mayoría de pinturas de la Crucifixión tiene un directo punto de vista, directamente en frente de Cristo como un retrato.  Por eso, vemos a Jesús como somos espectadores la crucifixión, y nos inspiran reflejar sobre nuestros propios pecados – porque Jesús murió para estos, también. 
 Si hay detalles en el segundo plano ,y en el Cristo de Velázquez, no hay, son históricas, como los soldados romanos, las mujeres llorosas, o un paisaje desolado. 

 El Cristo de San Juan desbarata estas convenciones.  En vez de la perspectiva de un humano, vemos la crucifixión de la perspectiva de Dios. 
 Debajo de nosotros está la cruz, y debajo de la cruz está el mundo temporal, con sus pescadores (y pecadores). 

La cruz literalmente conecta Dios con el mundo.  El segundo plano detrás de Cristo es negro en esta obra, pero no es para ayudar nuestra concentración, como el de Velásquez: es porque la cruz, y Cristo, ocupa un espacio entre el mundo y el cielo, en que no hay objetos físicos, representando su carácter universal.  
De su posición arriba, Cristo puede observar todo que ocurre en nuestro mundo, todo para que sacrificara su vida.

Dalí pintó este Cristo sin daño físico, y explicó que quería representarlo bello, como un Dios.  Esta estrategia es práctica para expresar el mensaje espiritual, también.  Las lesiones visibles de Cristo, como el paisaje y los soldados romanos, son detalles de la historia, pero su sufrimiento, su muerte, y su divinidad son lo más importante, y Dalí representa estos bien con su figura, especialmente porque no podemos ver su cara, como los judíos del Antiguo Testamento.


 El paisaje tiene interés, también.  El fondo de la cruz toca la parte de arriba de las nubes, manteniendo la relación entre Cristo y el mundo.  Las nubes son etéreas y oscuras, una buena transición entre el parte espiritual y el parte físico.


  El paisaje es Port Lligat, el hogar de Dalí y Gala en España, y por eso la obra puede tener importancia personal para el pintor: Dios siempre está cuidando y salvando a él y su familia, también.  Los pescadores, como dije antes, son productos de pinturas de Velásquez y Le Nain.  Es interesante que éstos sean los representantes de la humanidad en el cuadro porque los primeros apóstoles de Jesucristo eran pescadores, también.  Esto puede reforzar que Jesucristo salva a las personas de todas las épocas. 

 Finalmente, estos pescadores no están mirando a Jesús; están trabajando.  Esto puede asemejarse a la ignorancia que muchas, casi todas personas tienen sobre la presencia constante de Jesucristo en sus vidas.  Y esto no es todo malo – tenemos que trabajar para nuestro pan de cada día debido a la maldición anciana de Adán y Eva.
Esta época inspiró a Pablo Picasso declarar que Dalí era <<el último pintor renacentista que le queda al mundo.

Fuentes:  http://jsmyth.wordpress.com; wikipedia;  web.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Tesoro del Carambolo Sevilla Una Maravilla Històrica





Una de las primeras manifestaciones culturales desarrolladas en la Península Ibérica es la correspondiente a la civilización de Tartessos.
Siempre se ha visto la imagen de esta civilización bajo el aura de la leyenda y el mito, pareciendo más un país de fábula que una realidad histórica.
 Lo cierto es que hoy, avanzados considerablemente los estudios arqueológicos sobre el particular, sabemos que Tartessos fue en efecto una próspera civilización autóctona, localizada principalmente en el Bajo Guadalquivir, lugar de una enorme riqueza agrícola, ganadera y sobre todo minerometalúrgica, que dispuso además a través del propio río y de su desembocadura, de una vía de comunicación comercial privilegiada.



 Por todo ello no es de extrañar la prosperidad de este territorio y su fácil y rápido desarrollo cultural.
En una primera etapa Tartessos es fundamentalmente una civilización autóctona, cuyos orígenes tal vez se relacionen con la aparición todavía neblinosa de los llamados Pueblos del Mar, que en su dispersión podrían haber llegado a estos confines.

De todas formas ese origen no está claro, y sí que podríamos relacionar el desarrollo original de este pueblo con la herencia de las culturas megalíticas del SE español.
Esta primera fase, más independiente, podría fecharse aproximadamente entre el 1300 y el S. VIII a.c, y cuenta con un soporte cultural mítico en el que aparecen algunos reyes relacionados con la propia figura de Hércules, caso deGerión, primer rey mitológico de Tartessos, aunque tal vez los más conocidos sean Gargoris yHabis, cuya leyenda establece los orígenes de la estructura económica y social de Tartessos.

"Bronce fenicio Carriazo". (Hacia 600 a.C.). Sevilla.

A partir de ese momento se produce la llegada de los fenicios a las costas mediterráneas, que como es lógico contactan rápidamente con esta civilización, la más próspera de la Península, como lo harán también después los griegos.

En este momento la influencia fenicia, las posibilidades que ofrece su comercio, su expansión internacional, su moneda y sus posibilidades técnicas más desarrolladas de explotación, otorgan a Tartessos su periodo de mayor esplendor y sin duda es esa etapa la que quedaría mitificada en la literatura por su florecimiento y riqueza.

La meseta del Aljarafe que limita al poniente el valle inferior del Guadalquivir, presenta sobre la vega de Triana un conjunto de pequeñas elevaciones, también llamadas carambolos, que son el resultado de los bordes mas escarpados de la meseta.




 Entre dos de estos cerros, el de San Juan de Aznalfarache y el de Santa Brígida, se encuentra situado El Carambolo por antonomasia, a tres kilómetros de Sevilla, dominando el barrio de La Pañoleta, donde se dividen las carreteras a Huelva y a Mérida. Su altitud es de 91 m. sobre el nivel del mar y 60 m. sobre la vega de Triana. Este es precisamente, el enclave de un fastuoso tesoro tartésico e importantes restos de cerámica.



 También los griegos arribaron a esta zona y comerciaron con intensidad durante su última etapa de esplendor, entre los siglos VII y VI a.c., aunque su ascediente sobre la cultura tartessica será menor que la fenicia.

Argantonio gobernó Tartessos en la abundancia


 De esta fase es de la que habla Herodoto, el primer historiador que la cita, comentando su prosperidad, bien ilustrada en el nombre del rey, que según este mismo historiador fue el más importante de este pueblo, Argantonio, literalmente “hombre de plata”, nombre que vendría a sugerir  esa riqueza legendaria de Tartessos.

Esta fase y la propia existencia de Tartesos duraría aproximadamente hasta el S. VI a.c, momento en que la propia decadencia de los fenicios a manos de los cartaginenses en el Mediterráneo, arrastró también la propia decadencia y crisis de Tartessos.


 Está claro por tanto que la civilización tartéssica como tal se relaciona principalmente con el predomino sobre la zona de la colinización fenicia.

Lo prueba la cronología de los restos arqueológicos hallados, así como las representaciones religiosas que se han encontrado y que se vinculan a los cultos fenicios de sus dioses: Astarté, Baal, o Melkhart. No en balde una de las colonias fenicias más antigua y próspera, Gadir, Cádiz, se encontraría en los confines del enclave tartéssico.

Ocho placas de 9 por 5 centímetros, construidas de forma semejante, con dos láminas de metal algo separadas y unidas por remache. Tienen un peso de 380 gramos.

Sus manifetaciones artísticas se concentran principalmente en este periodo de esplendor, en el que se advierte con mayor intensidad la influencia fenicia y en menor medida griega. Pero a pesar de ello es un arte con personalidad propia, cuyas mejores expresiones se encuentran en el campo de la orfebrería y la cerámica.

Ejemplo de la primera tenemos las joyas realmente magníficas encontradas en el Tesoro del Carambolo (Sevilla), que hoy comentamos, y de la segunda, piezas como el Jarro ritual de Valdegamas (Don Benito. Badajoz), o el Jarro del Museo Lázaro Galdiano (Madrid), de procedencia desconocida, y en este caso de influencia helenizante.
Dos brazaletes cilíndricos de unos 10 centímetros de altura por 12 de diámetro, con un peso de 550 y 525 gramos respectivamente.

De todos ellos destaca especialmente el primero, el Tesoro del Carambolo, una de las muestras de orfebrería más ricas y completas de la arqueología española.

El Tesoro está formado por 21 piezas de oro (de 24 quilates) de carácter ritual y también algunos objetos de cerámica. Fueron encontradas de forma totalmente fortuita en 1958, en los alrededores de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla, en el municipio de Camas, apenas a 3 Km. de la capital. 


Fueron los trabajadores que participaban en las obras de ampliación del Tiro de Pichón los que encontraron las piezas de oro, que al principio consideraron meras imitaciones, por lo que se las repartieron entre ellos, deteriorando incluso alguna de ellas.

 Por fortuna, el hallazgo terminó haciéndose público y ante la envergadura del mismo se realizó un estudio arqueológico en consonancia y se recuperaron las alhajas que se habían quedado los obreros.
El resultado final fue espectacular, por la riqueza del material empleado, oro puro, la perfecta técnica de orfebrería empleada y la variedad de piezas.
Un collar, con un peso total de 260 gramos, con dos ramas de cadenas cada una de 30 centímetros de longitud, terminadas en una anilla y un travesaño; un pasador pusiforme; 16 pequeñas cadenitas; y, por último, 7 colgantes con aspecto de sello signatario.

Al parecer están íntimamente ligadas al perodo de dominación fenicio y de hecho se pueden considerar parte del ajuar empeleado en el sacrificio de animales, en los rituales devocionales a los dioses fenicios Baal y Astarté, siendo lo más probable es que se utilizaran para colocarlos sobre estatuas rituales de animales, toros probablemente.

Diosa Fenicia Astartè

 De hecho en el lugar del hallazgo se descubrieron restos de un santuario fenicio en el que se han encontrado dependencias consagradas precisamente a los dos dioses anteriormente mencionados, así como una estatuilla de carácter votivo de la diosa Astarté.
Dos pectorales en forma de “galápagos” con peso de 245 y 200 gramos. El mayor lleva una decoración del mismo tipo que la de los brazaletes: semiesferas, rosetas encapsuladas. El menor con una decoración semejante a la de los colgantes del collar, a base de pequeños filetes.

Hay un repertorio muy concreto de objetos: 2 brazaletes, un maravilloso collar, 2 pectorales,  y 16 placas, realizados todos según un proceso técnico que incluía el fundido a la cera perdida, el laminado, troquelado y soldado de las joyas, con engastados de turquesas y piedras semiprecisosas. Todo el conjunto es probable que fuera enterrado un depósito ritual de ofrendas, de ahí su afortunada localización arqueológica.

En palabras de profesor Juan de Mata Carriazo, primer estudioso del hallazgo: “Un tesoro digno de Argantonio”, si bien también es cierto que el Tesoro del Carmabolo es más una muestra de arte fenicio que propiamente tartéssico.


fUENTE ; IGNACIO MARTÍNEZ BUENAGA (CREHA), y otras de la web.
Museo Arqueológico de Sevilla