sábado, 31 de marzo de 2012

Oda a Psique John Keats



¡Oh diosa! Escucha estos versos silentes arrancados
por la dulce coacción y la memoria amada,
y perdona que cante tus secretos
incluso en tus suaves oídos aconchados.
¿Soñé hoy acaso, o es que he visto
a Psique alada con ojos despiertos?


Vagaba descuidado por un bosque sin razón ni cuidado,
y observé de repente, lleno de sorpresa
dos hermosas criaturas que juntas yacían,
sobre la hierba crecida bajo un techo de hojas
que susurran y flores temblorosas y fluía
un arroyuelo perceptible apenas.




     Entre flores tranquilas, de raíces frescas y aromáticos
capullos, azules plateadas con yemas de púrpura,
yacen sosegados en el lecho de hierba;
juntos, abrazadas sus alas,
sus labios no se rozan, mas no se despiden,
separados por las suaves manos del letargo,
y dispuestos a exceder los besos ya entregados
al abrir sus tiernos ojos como auroras de amor:
al muchacho alado conocía,


pero ¿ quién eres tú, feliz paloma?
¡Eras tú, su fiel Psique!
¡Tú, la última nacida, y visión más hermosa
de aquella apagada jerarquía del Olimpo!
Más clara que la estrella de Febe en su espacio
de zafiros, que Véspero, amorosa luciérnaga
del cielo, más hermosa, aunque templo no tengas
ni altar de flores colmado
ni un coro de vírgenes con cantos deliciosos
en las hojas de la noche,
ni voz, ni laúd, ni flauta, ni incienso dulce
ni santuario, ni bosque, ni oráculo, ni ardor
de profeta de labios macilentos que sueña.




¡Oh tú, la más brillante! Ya es tarde para votos antiguos,
muy tarde para liras devotas y entusiastas,
cuando sagrados eran los bosques encantados
y sagrados el aire, el agua y el fuego;
incluso en estos días, tan alejados
de ofrendas jubilosas, tus alas refulgentes,
batiendo entre los pálidos seres del Olimpo,
veo, y canto inspirado tan sólo por mis ojos.
Déjame ser, entonces, el coro que te cante
en las horas de la noche,
tu voz, tu laúd, tu flauta, tu incienso dulce
que exhala el incensario que ligero oscila,
tu santuario, tu bosque, tu oráculo, tu ardor
de profeta de labios macilentos que sueña.




Yo seré tu sacerdote y edificaré un templo
En alguna región oculta de mi mente,
En la que rámeas ideas, nacidas con dolor
Gozoso, murmuren al viento en vez de los pinos:
y lejos esos árboles oscuramente unidos
cubrirán cada ladera de las montañas de cimas
agrestes, y los céfiros, los ríos, aves y abejas
arrullarán a las dríadas sobre el musgo;
y en medio de esta vasta quietud
adornaré un santuario con rosas


con el rico emparrado de mi laboriosa mente,
con brotes, campanillas, y con estrellas sin nombre,
con todo aquello que Fantasía pudo jamás crear,
jardinera que cría flores que nunca crecen iguales,
y para ti habrá las más suaves delicias
que consiguen los pensamientos vagos,
una antorcha brillante y una ventana en la noche
para que el cálido Amor penetre.










viernes, 30 de marzo de 2012

Historia de Eros y Psique II




La pobre Psiqué, en su desolado vagabundear, intentaba reconciliarse con los dioses.
Se dirigiría a Venus, se ofrecería a servirla e intentaría apaciguar su colera. "Y quién sabe -se dijo- quién sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.
Cuando las dos se encontraron, Venus se echó a reír y le dijo con desprecio si buscaba un marido, el que había tenido y que rehusaba verla después que escapó de la muerte a causa de las quemaduras que ella le causara. "Pero en verdad -dijo la diosa- eres tan descarada y te preocupas tan poco de tu aspecto que jamas encontraras un enamorado.

 Para darte pruebas de mi buena voluntad voy a enseñarte cómo hacerlo". Pidio gran cantidad de semillas de las mas pequeñas, trigo, amapolas, mijo y otras, y las mezcló en un solo monton. "Por tu propio interés, procura que todas esten separadas para esta tarde" dijo la diosa. Y tras estas palabras se fue.
Psique quedo sola y, sentada, contempló el monton de semillas. No cabia en su cabeza la crueldad de esta orden que la desorientaba.
en esta penosa situacion suscitó la piedad de las mas pequeñas de las criaturas, las hormigas. "Venid, compadeceos de esta pobre criatura, ayudemosla pronto" se decían unas a otras.


 Todas respondieron a este llamamiento; vinieron en masa y trabajaron afanosamente separando y amontonando, y lo que fue un monton informe se convirtió en una serie de montoncillos bien ordenados, compuestos cada uno por una variedad de semilla. Así lo encontró Venus a su regreso, y al verlo se puso furiosa. "Aun no has terminado tu trabajo", le dijo. dio un mendrugo de pan a Psiqué y le ordenó dormir en el suelo, mientras ella se tendía en su lecho blando y perfumado.
A la mañana siguiente se le ocurrió un nuevo trabajo para Psiqué, una faena peligrosa. "Abajo, en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales, se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ve y traéme un poco de su brillante lana". Cuando la joven, extenuada, llegó junto a la corriente de agua, intentó lanzarse en ella y terminar asi sus penas.

 Pero al inclinarse oyó una debil voz que parecía salir del suelo. Bajó los ojos y notó que la voz provenía del rosal. Le decían que no debía ahogarse, pues las cosas no se le presentaban mal. Los corderos estaban muy nerviosos y alborotados, pero si Psiqué esperaba un momento en que por la tarde salían de sus rediles para descansar y abrevar a la orilla del riachuelo, solo tendría que entrar en los corrales y recoger los copos de lana enganchados en las zarzas.
Así habló el dulce y gentil rosal, y Psiqué siguiendo su consejo recogió gran cantidad de hilos de oro para su cruel dueña. Venus la recibió con helada sonrisa. "Alguien te ha ayudado -le increpó bruscamente- tu sola no lo habrías podido realizar. Te voy a dar otra ocasión de probar que tienes el corazón tan decidido como aparentas. ¿Ves aquella agua tan negra que desciende de la colina? Es el nacimiento del río terrible y aborrecido, el Estige. Llena este frasco". 

Era la prueba más dura que le habían impuesto. Psiqué se dio cuenta al llegar a la cascada. Las rocas que la rodeaban eran escarpadas y deslizantes; el agua se precipitaba por lugares tan abruptos que solo una criatura alada podía aproximarse. Y efectivamente, un águila la ayudó. Planeaba con sus enormes alas por los alrededores cuando vio a Psiqué y se compadeció de ella. Con su pico le arrebató el frasco de sus manos, lo llenó de agua negra y se lo devolvio.

Pero Venus se dio cuenta. Todo lo que ocurría la incitaba a pruebas más difíciles. dio una caja a Psiqué con la consigna de llevarla al hades y rogar a Proserpina, reina del mundo subterraneo, que metiera en ella un poco de su belleza.
Obediente como siempre, Psiqué se fue a buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasaba ante una torre, ésta se ofreció a guiarla y le señaló el rumbo que la llevaría al palacio de Proserpina: debía pasar primero por un gran agujero que había en tierra y después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas, pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.

Todo ocurrió como la torre anunció. Proserpina no deseaba más que servir a Venus; Psiqué, muy animada, tomó la caja y volvio más rapida que había ido.
Llevada por la curiosidad, y más todavia por su vanidad, quiso ver el encanto que la caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma. Al igual que Venus, sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y no le abandonaba un instante la idea de recobrar a Cupido. ¡Ojalá otra vez pudiera volverse mas bella para él! Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran desencanto no encontró nada; estaba vacía.

 Entonces un decaimiento mortal se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.
En este crítico momento intervino el dios del Amor. La herida de Cupido ya había curado y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psiqué. 
Es dificil contener el amor. Venus había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más fácil para Cupido que escapar por una de ellas y buscar a su esposa. 
En un momento arrancó el sueño de los ojos de Psiqué y lo encerró en la caja. Después despertó a su mujer con un beso. 

La riñó un poco por su curiosidad, le dijo que llevara a su madre la caja de Proserpina y le aseguró que todo en adelante tendría un feliz desenlace.
Mientras Psiqué se apresuraba a obedecer, el dios del Amor se marchó al Olimpo. Quería asegurarse de que Venus no le pondría mas dificultades y planteó el caso ante Jupiter. El padre de los dioses y de los hombres consintió enseguida en todo lo que Cupido le pedia.


 Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demas) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa.
Mercurio elevó a Psiqué hasta el cielo y la depositó en el palacio de los dioses. El mismo Jupiter le hizo gustar la ambrosía que le otorgaba la inmortalidad. Esto, naturalmente, cambiaba la situacion. Venus no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su bella nuera. Se imponía una alianza y así penso que Psiqué, viviendo en el cielo con su marido, le faltaría tiempo para bajar a la tierra, acaparar la atención de los hombre e inmiscuirse en su culto.
Todo terminó felizmente. El Amor y el Alma (que es lo que significa Psiqué en griego) se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía romperse jamás.





Psique reanimada por el beso del amor, también llamada El amor de Psique o El beso, es una escultura de mármol de estilo neoclásico que representa a Cupido y Psique, realizada por el escultor Antonio Canova y conservada en el museo del Louvre en París.

martes, 27 de marzo de 2012

Historia de Eros y Psyque I


Según la historia, inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El asno de oro), Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia.
 Afrodita, celosa de su belleza, envió a su hijo Eros(Cupido) para que le lanzara una flecha de oro oxidado, que la haría enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase.
"Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo".


Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué.
Cuando la hubo visto, el mismo
Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas.

 Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.
Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía.
Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella.
 Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra.

Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada.
 Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible.

Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismo dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...
No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia.

 Solo psiqué permanecía animosa y decidida. " Mas que llorar por mi -les dijo- debeis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo.
 Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos.
Sintió que se elevaba. Se deslizó de piés por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores.
El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió.



Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas.
 Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para tí -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía.
 Todo el día estuvo sola, acompañada unicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores.

 Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un mostruo ni tenia forma espantosa sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.
 Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran.
Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas.

 Pero lloró todavia más cuando volvio su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lagrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destruccion

Psiqué obedeció entre protestas, pues preferia morir cien veces que vivir sin el. "Pero otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.


Al dia siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegria era muy grande.
En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería.

 Después, les llenó las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa colera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.
Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez mas que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podia dejar de verlas. ¿Tenia que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad.
Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo.

 El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.
Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazon e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabia de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista?
Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lampara y empuñando el cuchillo, lo clavaria en la figura horrible que la luz le descubriera.
La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendio la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven.

Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendio la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.
Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adios:
 "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra.
Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.
Entretanto, él fue a reunirse con su madre para pedirle que curara su herida, pero cuando Venus supo su historia y comprendio lo que Psiqué había pretendido, llena de colera le dejó solo con su tristeza.
Marchó en busca de la muchacha por cuya causa había sentido celos mortales. Venus estaba decidida a demostrar a Psiqué lo que cuesta escapar de la ira de una diosa.



Fin de la primera parte...........continuarà

jueves, 22 de marzo de 2012

Una Breve Historia Mágica del Vino


Una tradición recogida por la Mishna hebrea, afirma que la vid era el árbol del Bien y del Mal, cuyo fruto aporta el conocimiento. 
Generalmente, la manzana, con sus cinco pepitas, es el símbolo de ese conocimiento superior, representado por el pentagrama. 
Pero cinco son precisamente las extremidades de la hoja de parra, el primer vestido de Adán según la iconografía cristiana, cubierto así por la sabiduría prohibida a los no iniciados.

La misma alegoría parece esconderse tras otro relato bíblico. Tras posarse el Arca en el monte Ararat, también símbolo del eje y del pilar cósmicos, Noé cultivó vides y elaboró el vino con el que se produjo la primera borrachera de la historia.

 Uno de sus hijos, Cam, sorprendió a Noé embriagado y desnudo y llamó a sus otros dos hermanos para mofarse del estado de su padre. Los hermanos de Cam, Jafet y Sem, lejos de agregarse a la burla taparon la desnudez de Noé.

 Para los cabalistas no se trata de un desliz del patriarca, sino de una alegoría del conocimiento. Embriagado por la sabiduría oculta, Noé se tambalea desnudo; todo un símbolo del alma en su estado original, “borracha” de luz y conocimiento.
 El no iniciado, el ignorante, se mofa de dicho conocimiento, por lo que es tarea del iniciado, de Jafet, volver a velar la sabiduría para ocultarla a quien no la merece, “vestir” a Noé.

 No parece casualidad que la palabra que designa al vino en hebreo, yain, posee el mismo valor numérico, 70, que el vocablo cuyo significado es misterio, sod. 
Un brindis por el dios del vino 


Otra curiosa coincidencia resulta del hecho de que para los turcotártaros del centro de Asia, la invención de las bebidas alcohólicas se deba a un héroe superviviente de un diluvio, patrón de los muertos, los borrachos y los niños.

Es una creencia generalizada que los comienzos de la elaboración del vino se ubica en una extensa zona situada al sur del Cáucaso: situado entre TurquíaArmenia e Irán.


diferencias  entre la parra  silvestre y  la domesticada.

 La uva primigenia era la vitis vinifera sylvestris y se han recogido numerosas evidencias arqueológicas en las inmediaciones de TurkmenistánUzbekistán y Tajikistan datadas en lo que va desde el neolítico hasta comienzos de la época de bronce

Existiendo dataciones anteriores en Ohalo II (cerca del mar de Galilea) que señalan 20.000 a.C.8 Ya en el mioceno crecía la uva en Europa Occidental.9 Se han encontrado evidencias de hojas pre-vinifera que crecían en estado salvaje (vitis labrusca) enMontpelier, en Castiona (a las afueras de la ciudad de Parma).

 No obstante las evidencias arqueológicas señalan que en los yacimientos de Hajji Firuz Tepe en los Montes Zagros (Irán) ya se elaboraba vino debido a la presencia de restos analizados químicamente (mediante la aparición de trazas de ácido tartárico), se ha podido determinar igualmente que se aromatizaba con resinas de terebinto (Pistacia terebinthus).

 El problema de datar los orígenes del vino se centra en resolver si las trazas obtenidas de muestras arqueológicas corresponden a lo que se define por vino o no, si fue fermentado de forma natural o artificial, etc, la presencia de ciertos compuestos como ácido tartárico, o tartratos es la forma más común de resolver la cuestión. 
No obstante existen otros métodos alternativos vineo-paleográficos.
Es muy posible que estas primeras frutas salvajes de pre-vinifera fueran poco a poco domesticándose, logrando finalmente su cultivo a medida que el hombre abandonaba el nomadismo.

 La viña necesita de tres a cinco años para empezar a ser productiva, lo que hace suponer más que su cultivo empezó cuando el hombre se hizo sedentario.
El uso de esta uva primigenia como fruta, quizás diera lugar a una bebida azucarada procedente de su zumo obtenida directamente por aplastamiento: el mosto.

Periodo Al-Ándalus

En el siglo VII emerge desde Medina y la Meca una nueva religión: el Islam. Se extiende desde Afganistán hasta el sur de la frontera de Imperio bizantino. Se extiende hasta invadir parte de la península Ibérica y derrotar a los visgodos en la Batalla del Guadalete en el año 711, pasan los Pirineos y en el año 732 se detiene el avance musulmán en la Batalla de Poitiers liderada por el franco Carlos Martel

Esta derrota repliega el imperio musulmán detrás de los Pirineos ocupando la península durante casi ocho siglos en lo que se denominó Al-Ándalus. Los preceptos religiosos islámicos prohíben la ingesta del vino, pasando a ser una bebida tabú
O lo que es lo mismo halal según las leyes dietarias del Islam, a pesar de ello el consumo de vino no desaparece aunque sí queda reducido a una mínima expresión.

Alguno de los altos mandatarios como Abderramán III gustaban de incluir vino en sus fiestas y toleraba su consumo siempre que fuese moderado.

Durante el Al-Ándalus la uva se vendimiaba con el objeto de tomar su fruta que a veces desecaban en forma de pasas, elaboraban un mosto cocido que adquría la consistencia de jarabe y que se denominaba rubb (origen etimológico de la palabra arrope), a pesar de las prohibiciones religiosas musulmanas todas las clases sociales andalusies bebían vino y el delito de embriaguez era judgado con penas leves.




 Durante algún tiempo algunos alfaquíes ortodoxos se quejaron de semejante trangresión y fue durante el reinado de Al-Hakam II para arrasar las viñas.

 En muchas ocasiones se comercializaba el vino con la excusa de que era un producto vendido y para mozárabes.36 Su adoración hace que existan poemas dedicados al vino, de esta forma autores como Abu Bakr Muhammad, el rey de la taifa de Sevilla al-Mu'tamid, etc.


¡¡Cuántas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez, pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel.
Ibn al-KattānīTašbīhāt, núm. 177.

En el siglo XIV durante la etapa del Al-ándalus la fama del vino de Málaga se hizo tan grande que rivalizaba en el mercado con los vinos griegos de la época.


Cuerpo y sangre de la divinidad, un viejo mito que en su versión celta reaparece con extraña fuerza en la Edad Media bajo el concepto del Grial, el vaso sagrado que contiene el precioso vino de la vida y el conocimiento, la sangre de Cristo. 

No es una idea nueva, desde luego. Curiosamente, los dioses asociados al vino son dioses civilizadores, que aportan, entre otros, el conocimiento de la agricultura. 

Pero quizás su rasgo más característico es que son sacrificados, y a menudo despedazados, tal y como se parte el pan entre los comensales de un banquete. Dios de la vid y del vino es Osiris, el “Ser bueno”, despedazado por su hermano Set, que esparce sus miembros por todo Egipto.
Pero Osiris es, asimismo, señor de la vida eterna y símbolo de la tierra, cuyos frutos son el pan y el vino. 

Civilizador es, también, el Orfeo griego, la figura fundamental de los misterios órficos, héroe divino despedazado por las furiosas y borrachas bacantes que esparcen sus miembros, quizás se pudiera decir que los “siembran”, sobre la tierra. 
Y ello nos conduce a la presencia del gran dios del vino a quien honran las bacantes y (muchos sin saberlo) los parroquianos habituales de las tabernas actuales: Baco o Dionisos.

Hijo de Zeus, Dioniso fue despedazado por los titanes, para luego ser resucitado. Durante una estancia en el monte Nisa inventó el vino, cuyo cultivo y elaboración enseño, como regalo divino, a los hombres.

Fórmulas magistrales

Las bibliografías alquímica y farmacológica están llenas de fórmulas medicinales que utilizan el vino como base de bebedizos dotados de muchas propiedades. He aquí algunos preparados que el lector podrá elaborar sin demasiado esfuerzo:

AGUA PÓNTICA DE PITZ EL SALMANTINO: Un licor que tiene fama de proporcionar lozanía y buena figura: vino blanco añejo (1,25 litros), aguardiente seco (2,5 litros), agua destilada (1,23 litros), azúcar blanco (2 kilos), coriandro (18 gramos), clavo de especia (5 gramos), anís verde (6 gramos). Preparar un jarabe con el azúcar y el agua destilada. Machacar las especias y dejar macerar en la mezcla de vino y aguardiente. Agitar con frecuencia. Al cabo de 6 semanas colar el preparado y añadir el jarabe.

VINO DEL AMOR: Vino tinto (2 tazas), canela (3 cucharaditas), jengibre (3 cuchadaritas). Opcionalmente pueden añadirse dos cucharaditas de jugo de ruibarbo. Tomar una vaina de vainilla y hacerle un corte longitudinal. Añadir a la mezcla. Dejar reposar durante 3 días.

ELIXIR DE LARGA VIDA DE JACOBO LAURENCE: Se trata de la fórmula de un escocés que vivió 140 años, tomando el siguiente preparado: vino tinto (100 partes), extracto de genciana (2 partes), azúcar (12 partes), cortezas de naranja (7 partes).

VINO TÓNICO: Vino tinto (15 partes), tintura de genciana (1 parte).

VINO NUTRITIVO: Vino generoso (10 partes), alcohol purificado de 25º (5 partes), azúcar (4 partes), esencia de ruibarbo (1/8 parte).


LAUDANO: El láudano (del latín ladanu) es una tintura alcohólica de opio preparada por primera vez por el alquimistaParacelso.   
Para ser más exacto es una preparación compuesta por vino blanco, azafránclavocanela y otras sustancias además de opio; usada con fines medicinales en una gran variedad de drogas patentadas durante elsiglo XIX




Las más famosas mezclas de alcohol y opio fueron aquellas comercializadas por Thomas Sydenham, que usaba vino de Málaga, y el del abate Rousseau, medico personal de Luis XIV de Francia, que usaba alcohol al 60% con levadura de cerveza; luego se utilizó la mezcla de W. K. Harrison, en Leeds (Inglaterra)