La pobre
Psiqué, en su desolado vagabundear, intentaba reconciliarse con los dioses.
Se dirigiría a Venus, se ofrecería a
servirla e intentaría apaciguar su colera. "Y quién sabe -se dijo- quién
sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para
encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.
Cuando
las dos se encontraron, Venus se echó a reír y le dijo con desprecio si buscaba
un marido, el que había tenido y que rehusaba verla después que escapó de la
muerte a causa de las quemaduras que ella le causara. "Pero en verdad
-dijo la diosa- eres tan descarada y te preocupas tan poco de tu aspecto que jamas
encontraras un enamorado.
Para darte pruebas de mi buena voluntad voy a
enseñarte cómo hacerlo". Pidio gran cantidad de semillas de las mas
pequeñas, trigo, amapolas, mijo y otras, y las mezcló en un solo monton.
"Por tu propio interés, procura que todas esten separadas para esta
tarde" dijo la diosa. Y tras estas palabras se fue.
Psique
quedo sola y, sentada, contempló el monton de semillas. No cabia en su cabeza
la crueldad de esta orden que la desorientaba.
en esta penosa situacion suscitó la piedad
de las mas pequeñas de las criaturas, las hormigas. "Venid, compadeceos de
esta pobre criatura, ayudemosla pronto" se decían unas a otras.
Todas
respondieron a este llamamiento; vinieron en masa y trabajaron afanosamente
separando y amontonando, y lo que fue un monton informe se convirtió en una
serie de montoncillos bien ordenados, compuestos cada uno por una variedad de
semilla. Así lo encontró Venus a su regreso, y al verlo se puso furiosa.
"Aun no has terminado tu trabajo", le dijo. dio un mendrugo de pan a
Psiqué y le ordenó dormir en el suelo, mientras ella se tendía en su lecho
blando y perfumado.
A la mañana siguiente se le ocurrió un nuevo trabajo para Psiqué,
una faena peligrosa. "Abajo, en la orilla del río, donde crecen unos
espesos zarzales, se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ve y
traéme un poco de su brillante lana". Cuando la joven, extenuada, llegó
junto a la corriente de agua, intentó lanzarse en ella y terminar asi sus
penas.
Pero al inclinarse oyó una debil voz que parecía salir del suelo. Bajó
los ojos y notó que la voz provenía del rosal. Le decían que no debía ahogarse,
pues las cosas no se le presentaban mal. Los corderos estaban muy nerviosos y
alborotados, pero si Psiqué esperaba un momento en que por la tarde salían de
sus rediles para descansar y abrevar a la orilla del riachuelo, solo tendría
que entrar en los corrales y recoger los copos de lana enganchados en las
zarzas.
Así habló
el dulce y gentil rosal, y Psiqué siguiendo su consejo recogió gran cantidad de
hilos de oro para su cruel dueña. Venus la recibió con helada sonrisa.
"Alguien te ha ayudado -le increpó bruscamente- tu sola no lo habrías
podido realizar. Te voy a dar otra ocasión de probar que tienes el corazón tan
decidido como aparentas. ¿Ves aquella agua tan negra que desciende de la
colina? Es el nacimiento del río terrible y aborrecido, el Estige. Llena este
frasco".
Era la prueba más dura que le habían impuesto. Psiqué se dio
cuenta al llegar a la cascada. Las rocas que la rodeaban eran escarpadas y
deslizantes; el agua se precipitaba por lugares tan abruptos que solo una
criatura alada podía aproximarse. Y efectivamente, un águila la ayudó. Planeaba
con sus enormes alas por los alrededores cuando vio a Psiqué y se compadeció de
ella. Con su pico le arrebató el frasco de sus manos, lo llenó de agua negra y
se lo devolvio.
Pero
Venus se dio cuenta. Todo lo que ocurría la incitaba a pruebas más difíciles.
dio una caja a Psiqué con la consigna de llevarla al hades y rogar a
Proserpina, reina del mundo subterraneo, que metiera en ella un poco de su
belleza.
Obediente como siempre, Psiqué se fue a
buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasaba ante una torre, ésta se
ofreció a guiarla y le señaló el rumbo que la llevaría al palacio de
Proserpina: debía pasar primero por un gran agujero que había en tierra y
después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero
Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía
recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas,
pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.
Todo
ocurrió como la torre anunció. Proserpina no deseaba más que servir a Venus;
Psiqué, muy animada, tomó la caja y volvio más rapida que había ido.
Llevada
por la curiosidad, y más todavia por su vanidad, quiso ver el encanto que la
caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma. Al igual que Venus,
sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y no le abandonaba
un instante la idea de recobrar a Cupido. ¡Ojalá otra vez pudiera volverse mas
bella para él! Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran
desencanto no encontró nada; estaba vacía.
Entonces un decaimiento mortal se
apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.
En este
crítico momento intervino el dios del Amor. La herida de Cupido ya había curado
y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psiqué.
Es dificil contener el
amor. Venus había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más
fácil para Cupido que escapar por una de ellas y buscar a su esposa.
En un
momento arrancó el sueño de los ojos de Psiqué y lo encerró en la caja. Después
despertó a su mujer con un beso.
La riñó un poco por su curiosidad, le dijo que
llevara a su madre la caja de Proserpina y le aseguró que todo en adelante
tendría un feliz desenlace.
Mientras
Psiqué se apresuraba a obedecer, el dios del Amor se marchó al Olimpo. Quería
asegurarse de que Venus no le pondría mas dificultades y planteó el caso ante
Jupiter. El padre de los dioses y de los hombres consintió enseguida en todo lo
que Cupido le pedia.
Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demas) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa.
Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demas) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa.
Mercurio elevó a Psiqué hasta el cielo y la
depositó en el palacio de los dioses. El mismo Jupiter le hizo gustar la
ambrosía que le otorgaba la inmortalidad. Esto, naturalmente, cambiaba la
situacion. Venus no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su
bella nuera. Se imponía una alianza y así penso que Psiqué, viviendo en el
cielo con su marido, le faltaría tiempo para bajar a la tierra, acaparar la
atención de los hombre e inmiscuirse en su culto.
Todo
terminó felizmente. El Amor y el Alma (que es lo que significa Psiqué en
griego) se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía
romperse jamás.
Psique reanimada
por el beso del amor, también
llamada El amor de Psique o El
beso, es una escultura de mármol de estilo neoclásico que representa a Cupido y Psique, realizada por el escultor Antonio Canova y conservada en el museo del Louvre en París.
PRECIOSA .....
ResponderEliminarMe encanta que te guste, gracias por el comentario ¿Has visto la primera parte?
ResponderEliminarBello
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