martes, 6 de marzo de 2012

El Taj Mahal





El Taj Mahal está considerado como uno de los edificios más bellos del mundo.
En el siglo XVI, Babur, descendiente de Gengis Khan y de religión islámica, fundó la dinastía mogola, vocablo persa que sustituye a “mongol” para eliminar las connotaciones negativas que tenía esta palabra.

La construcción de los edificios se concebía en torno a un eje dominante de oración, orientada hacia La Meca, la ciudad santa del Islam. 

Cada uno de los sultanes mogoles edificó un grandioso palacio ya que era costumbre que después de su muerte se transformara en su sepulcro y en el de sus esposas. 

Estos mausoleos, construidos en mármol, tenían entradas monumentales a las que se accedía tras recorrer largos jardines. 
Entre todos estos mausoleos, el más emblemático es el Taj Mahal.



Una historia de Amor

Fue construido en Agra, al norte de la India, por mandato del emperador Shah Jehan, en memoria de la más amada de sus esposas, Muntaz Mahal.


El príncipe Kurram había sido educado como príncipe y como místico. 
Despojado de los intereses mundanos, aprendió gramática, lógica, matemáticas, astronomía y geología. 
Dominaba el árabe (la lengua del Corán) y el persa (la lengua de la Corte). Un buen día el príncipe se hizo un joven y el joven se enamoró. 
En un bazar alegre y colorido, sus ojos se encontraron con los de la princesa Arjumand, de sólo 15 años, hija del Primer Ministro de la Corte.
El príncipe, impresionado por su belleza, preguntó el precio del collar de cristal que ella se estaba probando.
 Le respondieron que no era de cristal sino de diamantes y que valía 10.000 rupias. 
El príncipe pagó sin dudarlo y así conquistó de inmediato el corazón de la princesa. Pero los novios tuvieron que esperar cinco años para casarse, tiempo durante el cual no pudieron verse ni una vez.

 Finalmente la boda tuvo lugar en el año 1612, con una ceremonia espectacular, en la que el Emperador nombró a Arjumand Mumtaz Mahal, La Elegida del Palacio y que quedaría inmortalizado en el Taj Mahal.

El príncipe fue coronado unos años después y al coronarse tomó el nombre de Shah Jahan, Rey del Mundo y gobernó en paz.
 Pero cuatro años después de coronarse, sufrió la peor tragedia de su vida. Su amada y fiel esposa, Mumtaz Mahal, no resistió el parto de un nuevo hijo. 
En su lecho de muerte, la reina le pidió a su rey que construyera en su memoria un monumento sin igual en el mundo...
La repentina muerte de Mumtaz Mahal al darle su decimocuarto hijo, la perla del Palacio, la favorita del rey Shah Jahan, lo dejo sumido en la más pura desolación.

 En su memoria construyó el mausoleo de Taj Mahal, con el que quiso ofrecerle el palacio y la corona que no tuvo en vida. Veintidos años de constucción, pero incluso en sus últimos años, prisionero en el Fuerte Rojo desde donde contemplaba el Taj Mahal, no fueron suficientes para el olvido.





El río Yamuna, llega a Agra en dirección Norte-Sur, pero en la ciudad describe una curva dirigiéndose hacia el este; y es en este tramo, y cuando ya va a abandonar la ciudad, donde sus aguas reflejan la gran belleza del monumento que se eleva en su orilla derecha: el Taj Mahal, mausoleo al amor, construido por el emperador Shah Jahan (Emperador del Mundo) para su esposa, la emperatriz Aryumand Banu Begam, más conocida como Mumtaz-i Mahal.

Según algunas fuentes Mumtaz-i Mahal significa Perla del Palacio, según otras Elegida del Palacio.
 El nombre del mausoleo, Taj Mahal, a veces es considerado como una abreviatura del propio nombre de la emperatriz, pero también significa Corona del Palacio ya que, aunque se trata de una tumba, el emperador quiso ofrecerle a su esposa un palacio y una corona.
No se sabe quién fue exactamente el arquitecto del Taj Mahal. Se menciona el nombre de Ustad Isa, pero si este personaje existió o no, es pura conjetura.
 Lo cierto es que en Agra se reunieron las mayores riquezas del mundo: el mármol fino y blanco de sus paredes se trajo de las canteras de Jodhpur, jade y cristal de la China, turquesas del Tibet, lapislázuli de Afganistán, crisolita de Egipto, ágata del Yemen, záfiros de Ceylán, amatistas de Persia, coral de Arabia, malaquita de Rusia, cuarzo de los Himalayas, diamantes de Golconda y ámbar del océano Indico.

 En una curva del río Yamuna se construyó el increíble mausoleo.
El Taj Mahal está emplazado en un jardín simétrico, típicamente musulmán, dividido en cuadrados iguales, cruzado por un canal flanqueado por dos filas de cipreses donde se refleja su imagen más imponente.
 El mausoleo, por dentro, deslumbra menos que por fuera. Igual tiene razones para impresionar: en penumbra, la cámara mortuoria está rodeada de finas paredes de mármol incrustadas con piedras preciosas que filtran la luz natural, traduciendo su belleza en mil colores.



 La sonoridad del interior, amplio y elevado, es triste y misteriosa, como un eco que suena y resuena, y nunca se detiene.
El edificio empezó a construirse hacia 1632 y terminó en 1643. En su edificación participaron mas de 20.000 obreros.
Se dice que cuando el edificio estuvo acabado, Jehan ordenó cortar la mano del maestro de obras para impedir que pudiese repetir una obra semejante.


El complejo de jardines tiene una planta rectangular de 580 metros de largo por 305 de ancho. En el centro de este rectángulo se sitúa un jardín cuadrado de 300 metros, cuyo eje principal se extiende de sur a norte, desde la puerta hasta el mausoleo.
Originalmente, el jardín estaba compuesto por multitud de flores y árboles exóticos, todos ellos en disposición geométrica y perfectamente simétricos. Así, el número cuatro, número sagrado en el Islam, fue la base de todo el diseño.

Los canales, símbolo de los cuatro ríos del paraíso, tenían fuentes y estaban rodeados de cipreses. Estos canales se cruzan en el centro formando un estanque de nenúfares en mármol blanco, algo elevado del suelo, lo que simboliza el alKawthar, el estanque celestial de la abundancia mencionado en el Corán. Esto fue pensado para que el mausoleo se reflejara en sus aguas.



La mezquita y jawab estaban realizados en arenisca roja, que contrasta con la blancura del mármol de Makrana del mausoleo, elevado sobre un plinto de mármol de siete metros de alto. 
Un talud de piedra protege al jardín de la erosión del río.
De planta cuadrada, el mausoleo tiene cuatro fachadas idénticas, con esquinas achaflanadas y un impresionante arco de 33 m de alto en cada una de ellas.
La hermosa cúpula situada sobre el salón central se levanta sobre un tambor rodeado de cuatro torres octogonales, cada una rematada por un pequeño pabellón cupulado.
La decoración geométrica y floral, con incrustaciones de lapislázuli, coral, ámbar y jade, enmarca todos los vanos del edificio y se completa con versículos del Corán incrustados en piedra negra.




El material con el que se construyó es el ladrillo forrado de placas de mármol blanco, cuyo tono cambia según la luz del día, creando así una sutil variación que produce una sensación de tranquilidad. 
Se dice que el emperador Shah Jahan quería construir su propio mausoleo en mármol negro, a imagen y semejanza del de su esposa, al otro lado del río Yamuna, y unir después ambos mediante un puente de oro. 
Hoy, al otro lado del río, frente al Taj Mahal, queda un resto, en piedra roja, de lo que se dice que fue el inicio de la construcción del edificio gemelo del Taj Mahal.
 No llegó a construirse ya que Aurangzeb, tercer hijo de Shah Jahan, después de vencer a sus hermanos y hacerse con el poder, encarceló a su propio padre en la fortaleza roja de Agra. Shah Jahan murió en prisión, después de largos años de enfermedad, contemplando desde sus alojamientos en el Fuerte Rojo el Taj Mahal, su gran obra, monumento a su amada y refugio para el descanso eterno de ambos.




Pero el hijo del Shah Jahan rompió con la perfecta simetría del mausoleo por venganza, al enterrar a su padre al lado de Mumtaz Mahal.


 Ella está representada por una pequeña loza, y el Rey, por un tintero, símbolo de la mujer como un papel en blanco en la que escribe su marido. 

El Taj Mahal tiene algo de mágico, propiedad que le confiere el mármol del que está formado; cambia de color según la luz que recibe: blanco brillante cuando hace sol, destacando en el inmenso cielo azul. 
Aunque es de todos conocido, cuando se observa allí, directamente, resulta nuevo, original, único, perfecto; siempre sorprende al visitante que no se cansa de mirarlo.
 Si lo único que se pudiera hacer en la India fuese ver el Taj Mahal merecería la pena el viaje a aquel país tan lejano. 



1 comentario:

  1. Una de mis asignaturas pendientes... ver el Taj Mahal. Por cierto la historia parece salida de las 1001 noches... brutal.

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