El regalo más
extraño que Jesús niño recibió de los Magos, desde una perspectiva botánica,
mítica, farmacéutica, etimológica y simbólica
Sobre el hecho
La mirra es una mezcla
natural de resina, goma y el aceite esencial mirrol (que produce su olor
característico) obtenida a partir de algunas especies del género Commiphora (sobre
todo C. abyssinica y C. molmol) procedentes de
Arabia y Etiopía, aunque actualmente tiene más importancia productiva el norte
de Kenia y las zonas próximas a Somalia. Dentro de su misma familia se
encuentra el género Boswellia, cuya resina constituye el incienso.
Aparece en forma de lágrima transparente y frágil; su sabor es muy amargo, y su
color es marrón, con matices que van del amarillento al rojizo.
Por destilación se
obtiene un aceite ambarino, viscoso y transparente, con olor balsámico
característico, mezcla de timol o carvol (C22H32O), pineno, limoneno, eugenol, cadineno, cinnamaldehído,
cumminaldehído y otros. Se oxida con rapidez, formándose ácido fórmico.
La esposa del rey
Cíniras de Chipre, el fundador de Pafos, presumía de que su hija Esmirna era
más bella que la mismísima Afrodita (Venus). La diosa se vengó haciendo que
Esmirna se enamorase de su padre, y se metiese en su cama una noche oscura,
después de emborracharlo.
La casualidad, o
Afrodita, o ambas, hizo que Esmirna quedase embarazada. Cuando el rey se dio
cuenta de lo que había pasado, cogió una espada y la persiguió hasta la cima de
una colina. Allí, Afrodita, ya arrepentida, transformó a Esmirna en un árbol de
mirra justo en el momento en que su padre descargaba el golpe mortal, y la
espada se partió.
A su debido tiempo, del tronco de Mirra salió el hijo que esperaba, el bellísimo Adonis. Afrodita lo encerró en un cofre y se lo entregó a Perséfone, reina del Tártaro. Cuando ésta no pudo resistir más la curiosidad, abrió el cofre, encontró al niño, lo crió y se enamoró de él..., pero eso es otra historia.
La mirra son las
lágrimas de Esmirna, que llora su suerte.
Según Robert Graves, el mito de Cíniras y Esmirna testimonia que el rey sagrado en una sociedad matrilineal decidió prolongar su reinado más allá del término acostumbrado casándose con la joven sacerdotisa, su “hija”, destinada a ser reina durante el periodo siguiente. Por su uso como afrodisiaco, el nacimiento de Adonis de la mirra quiere justificar el carácter orgiástico de sus ritos.
La mirra fue muy
estimada en la antigüedad como ingrediente de perfumes, y así aparece varias
veces en la Biblia. Unas, en simples instrucciones:
“Habló Yavé a Moisés diciendo: “Procúrate
aromas: quinientos siclos de mirra pura; la mitad, o sea, doscientos cincuenta,
de cinamomo aromático, y otros doscientos cincuenta de caña aromática.” (Ex 30, 22-23)
“Cada joven debía presentarse por turno al rey
Asuero, pasados los doce meses exigidos por el reglamento de las mujeres. El
tiempo de preparación se dividía así: seis meses para ungirse con óleo de
mirra, y otros seis con bálsamos y aceites femeninos, para cuidar su belleza”. (Est 2, 12)
Otras, en poesías:
“Mirra y áloes rezuman
tus vestidos,
desde palacios de marfil
música de arpas te
recrea.” (Sal 45, 9)
Otras, como elemento de
las más apasionadas metáforas...
“Bolsita de mirra es mi
amado para mí
que reposa entre mis
pechos”. (Cant 1, 13)
“Un vergel de granados
tus brotes,
con los más exquisitos
productos:
nardo y azafrán,
canela y cinamomo,
con toda clase de
árboles de incienso
mirra y áloes
con los bálsamos más
finos.” (Cant 4, 13-14)
“Eran de bálsamo sus
mejillas,
macizos de perfumes.
Sus labios son lirios
que destilan mirra
virgen.” (Cant 5, 13)
..., y en otro tipo de
apasionamientos:
“He perfumado mi cama
con mirra, áloe y cinamomo.
Ven, embriaguémonos de
amor hasta la mañana,
gocemos de la alegría
del placer,
pues mi marido no está
en casa,
ha salido para un largo
viaje.” (Prov 7, 17)
También fue muy empleada
para embalsamar cadáveres, por sus propiedades antisépticas.
Según Paracelso, su
campo terapéutico es muy reducido: se empleaba en polvo sobre las úlceras
cancerosas, y en sahumerio para desinfectar la habitación de los enfermos.
Eso sí, se puede emplear para fabricar un
perfume mágico, cuyo aroma ayudará al éxito de cualquier trabajo de alta magia:
Mirra: 150 g.
Estoraque: 100 g.
Benjuí: 100 g.
Incienso: 100 g.
Cascarilla: 50 g.
Se quema la mezcla sobre
un pequeño vaso metálico, rociándola con alcohol de 90 ºC y ¡a hechizar se ha
dicho! Según el mismo
Paracelso, es una planta de Venus (no olvidemos que fue ella quien la creó).
Por tanto comparte las características generales de este tipo de plantas:
agradables, untuosas, generalmente afrodisíacas, de perfume suave, y empleadas
en prácticas de magia sexual.
Hoy se emplea sobre todo
en perfumes y como antiséptico en enjuagues bucales y dentífricos.
Sobre el término
“Mirra” proviene del
latín “Myrrha”, quien la tomó de la misma palabra griega; términos próximos
son myroy (ungüento, bálsamo) y, curiosamente, myromai (llorar).
Pero la raíz originaria es semítica. En hebreo, mör es mirra,
y mor, amargo; luego parece que la mirra debe su nombre al mal
sabor, que debió resultar especialmente sorprendente por su buen olor. En
arameo, amargo es mura, y en árabe murr. Incluso
hay cierto aire de familia en la palabra egipcia que designa la mirra: kher.
La mirra se usaba para
aromatizar y conservar el vino (vino mirrado). Es el vino que se daba a los
condenados a muerte como narcótico; el vino que ofrecieron a Jesús al
crucificarlo, y que éste rechazó para no perder la consciencia en medio del
suplicio, pero cuyo sabor amargo (debía ser un vino con mucha mirra para que
hiciese el efecto esperado) no quiso dejar de probar. Es el “vino mezclado con
hiel” que aparece en el evangelio según san Mateo, quizá por confusión entre
las palabras arameas que significan mirra y amargo (este
evangelio se escribió en arameo, aunque lo que ha llegado a nosotros es su
traducción griega). También es posible que el uso de la palabra “hiel” (χόλος)
se deba a una reminiscencia del salmo 69, donde puede leerse (v. 22) “Me han
echado veneno en la comida, han apagado mi sed con vinagre”. Por su uso para embalsamar cadáveres, mirrado en portugués significa “amojamado, seco”, y en gallego “flaco”, de donde deriva el castellano “esmirriado”. Es curioso que en vascuence la palabra correspondiente sea “mirritzu”.
Sobre el símbolo
A pesar de todo lo
comentado anteriormente, la mirra tiene cierta “fama” solamente por haber sido
uno de los regalos que los Magos ofrecieron al Niño Jesús en Belén. San Bernardo
interpretó estos regalos de manera bastante prosaica: oro para aliviar la
pobreza de la Virgen, incienso para aliviar el mal olor del establo, y mirra
para fortificar al niño, por actuar como vermífugo. Sin embargo, ha sido la
interpretación simbólica la que ha gozado de mayor fortuna:
El oro, materia prima de
los tributos, como símbolo de la realeza del Niño-Dios.
El incienso, usado en
los ritos religiosos y sacrificios, como símbolo de su divinidad.
La mirra, usada para
ungir a los muertos, como símbolo de su humanidad (pues, como hombre, era
mortal).
Así, según san Gregorio
Magno, se ofrece oro a Jesús cuando se le venera como rey, incienso cuando se
le venera como Dios, y mirra cuando se conmemora su humanidad.
En la misma línea se han
buscado otras interpretaciones simbólicas.
·
La Trinidad:
Incienso .- Espíritu Santo (purificador y
mensajero).
Mirra.- Hijo (mortalidad).
·
Las tres realidades que
coexistían en el cuerpo de Jesús:
Oro.- divinidad, porque es el más precioso de
los metales.
Mirra.- cuerpo inmaculado, porque preserva de la
corrupción.
·
Las tres condiciones
fundamentales para nuestra salvación
Oro.- amor, por ser el más importante.
Oro, incienso y mirra se
encontraban prefigurados en las tres cosas que se guardaron en el Arca de la Alianza,
y que se relacionan con los tres aspectos de Jesús ya comentados:
Maná, divinidad de
Cristo (porque el maná es regalo de Dios) ,oro.
Tablas de la
Ley, alma de Cristo (porque ambas encierran todos los secretos de la
sabiduría divina), incienso.
Vara
florecida, cuerpo de Cristo (porque resucitó), mirra.
Terminemos con la
interpretación más moderna, debida a Kepler, que consideraba que la “estrella
de Belén” fue una triple conjunción entre la Tierra, Júpiter y Saturno, con el
Sol en Piscis (Cristo sería Piscis, con las implicaciones simbólicas
correspondientes). Esa conjunción de planetas se ve desde la Tierra como un
solo punto anormalmente brillante (una estrella “nueva”). De hecho, esa
conjunción se dio en el 7 ó 6 a.C., lo que cuadra perfectamente con la fecha
más probable del nacimiento de Cristo; y es muy poco frecuente: la última se
dio en 1940, y la próxima será en 2198. En este contexto, el oro representa al
Sol, (asociación habitual desde que el hombre es hombre), el incienso a
Júpiter, pues es el dios supremo, y la mirra a Saturno, por ser el regente de
la muerte, a la cual la mirra está tan asociada.
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