martes, 7 de febrero de 2012

LA MIRRA ARBOL MISTICO

La mirra
El regalo más extraño que Jesús niño recibió de los Magos, desde una perspectiva botánica, mítica, farmacéutica, etimológica y simbólica

Sobre el hecho
La mirra es una mezcla natural de resina, goma y el aceite esencial mirrol (que produce su olor característico) obtenida a partir de algunas especies del género Commiphora (sobre todo C. abyssinica y C. molmol) procedentes de Arabia y Etiopía, aunque actualmente tiene más importancia productiva el norte de Kenia y las zonas próximas a Somalia. Dentro de su misma familia se encuentra el género Boswellia, cuya resina constituye el incienso. Aparece en forma de lágrima transparente y frágil; su sabor es muy amargo, y su color es marrón, con matices que van del amarillento al rojizo. 
Por destilación se obtiene un aceite ambarino, viscoso y transparente, con olor balsámico característico, mezcla de timol o carvol (C22H32O), pineno, limoneno, eugenol, cadineno, cinnamaldehído, cumminaldehído y otros. Se oxida con rapidez, formándose ácido fórmico. 
  
Sobre el mito
La esposa del rey Cíniras de Chipre, el fundador de Pafos, presumía de que su hija Esmirna era más bella que la mismísima Afrodita (Venus). La diosa se vengó haciendo que Esmirna se enamorase de su padre, y se metiese en su cama una noche oscura, después de emborracharlo.

La casualidad, o Afrodita, o ambas, hizo que Esmirna quedase embarazada. Cuando el rey se dio cuenta de lo que había pasado, cogió una espada y la persiguió hasta la cima de una colina. Allí, Afrodita, ya arrepentida, transformó a Esmirna en un árbol de mirra justo en el momento en que su padre descargaba el golpe mortal, y la espada se partió. 

A su debido tiempo, del tronco de Mirra salió el hijo que esperaba, el bellísimo Adonis. Afrodita lo encerró en un cofre y se lo entregó a Perséfone, reina del Tártaro. Cuando ésta no pudo resistir más la curiosidad, abrió el cofre, encontró al niño, lo crió y se enamoró de él..., pero eso es otra historia. 

La mirra son las lágrimas de Esmirna, que llora su suerte. 

Según Robert Graves, el mito de Cíniras y Esmirna testimonia que el rey sagrado en una sociedad matrilineal decidió prolongar su reinado más allá del término acostumbrado casándose con la joven sacerdotisa, su “hija”, destinada a ser reina durante el periodo siguiente. Por su uso como afrodisiaco, el nacimiento de Adonis de la mirra quiere justificar el carácter orgiástico de sus ritos. 

Sobre el uso
La mirra fue muy estimada en la antigüedad como ingrediente de perfumes, y así aparece varias veces en la Biblia. Unas, en simples instrucciones: 

“Habló Yavé a Moisés diciendo: “Procúrate aromas: quinientos siclos de mirra pura; la mitad, o sea, doscientos cincuenta, de cinamomo aromático, y otros doscientos cincuenta de caña aromática.” (Ex 30, 22-23) 
“Cada joven debía presentarse por turno al rey Asuero, pasados los doce meses exigidos por el reglamento de las mujeres. El tiempo de preparación se dividía así: seis meses para ungirse con óleo de mirra, y otros seis con bálsamos y aceites femeninos, para cuidar su belleza”. (Est 2, 12)
 




Otras, en poesías: 
“Mirra y áloes rezuman tus vestidos,
desde palacios de marfil
música de arpas te recrea.” (Sal 45, 9)
  
Otras, como elemento de las más apasionadas metáforas... 

“Bolsita de mirra es mi amado para mí
que reposa entre mis pechos”. (Cant 1, 13) 

“Un vergel de granados tus brotes,
con los más exquisitos productos:
nardo y azafrán,
canela y cinamomo,
con toda clase de árboles de incienso
mirra y áloes
con los bálsamos más finos.” (Cant 4, 13-14) 

“Eran de bálsamo sus mejillas,
macizos de perfumes.
Sus labios son lirios
que destilan mirra virgen.” (Cant 5, 13) 

..., y en otro tipo de apasionamientos: 

“He perfumado mi cama con mirra, áloe y cinamomo.
Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana,
gocemos de la alegría del placer,
pues mi marido no está en casa,
ha salido para un largo viaje.”  (Prov 7, 17)
 
También fue muy empleada para embalsamar cadáveres, por sus propiedades antisépticas. 
Según Paracelso, su campo terapéutico es muy reducido: se empleaba en polvo sobre las úlceras cancerosas, y en sahumerio para desinfectar la habitación de los enfermos. 



 Eso sí, se puede emplear para fabricar un perfume mágico, cuyo aroma ayudará al éxito de cualquier trabajo de alta magia: 
      Mirra: 150 g.
      Estoraque: 100 g.
      Benjuí: 100 g.
      Incienso: 100 g.
      Cascarilla: 50 g. 
Se quema la mezcla sobre un pequeño vaso metálico, rociándola con alcohol de 90 ºC y ¡a hechizar se ha dicho! Según el mismo Paracelso, es una planta de Venus (no olvidemos que fue ella quien la creó). Por tanto comparte las características generales de este tipo de plantas: agradables, untuosas, generalmente afrodisíacas, de perfume suave, y empleadas en prácticas de magia sexual. 
Hoy se emplea sobre todo en perfumes y como antiséptico en enjuagues bucales y dentífricos. 

Sobre el término
“Mirra” proviene del latín “Myrrha”, quien la tomó de la misma palabra griega; términos próximos son myroy (ungüento, bálsamo) y, curiosamente,  myromai (llorar). Pero la raíz originaria es semítica. En hebreo, mör es mirra, y mor, amargo; luego parece que la mirra debe su nombre al mal sabor, que debió resultar especialmente sorprendente por su buen olor. En arameo, amargo es mura, y en árabe murr. Incluso hay cierto aire de familia en la palabra egipcia que designa la mirra: kher. 
La mirra se usaba para aromatizar y conservar el vino (vino mirrado). Es el vino que se daba a los condenados a muerte como narcótico; el vino que ofrecieron a Jesús al crucificarlo, y que éste rechazó para no perder la consciencia en medio del suplicio, pero cuyo sabor amargo (debía ser un vino con mucha mirra para que hiciese el efecto esperado) no quiso dejar de probar. Es el “vino mezclado con hiel” que aparece en el evangelio según san Mateo, quizá por confusión entre las palabras arameas que significan mirra y amargo (este evangelio se escribió en arameo, aunque lo que ha llegado a nosotros es su traducción griega). También es posible que el uso de la palabra “hiel” (χόλος) se deba a una reminiscencia del salmo 69, donde puede leerse (v. 22) “Me han echado veneno en la comida, han apagado mi sed con vinagre”. Por su uso para embalsamar cadáveres, mirrado en portugués significa “amojamado, seco”, y en gallego “flaco”, de donde deriva el castellano “esmirriado”. Es curioso que en vascuence la palabra correspondiente sea “mirritzu”.


Sobre el símbolo
A pesar de todo lo comentado anteriormente, la mirra tiene cierta “fama” solamente por haber sido uno de los regalos que los Magos ofrecieron al Niño Jesús en Belén. San Bernardo interpretó estos regalos de manera bastante prosaica: oro para aliviar la pobreza de la Virgen, incienso para aliviar el mal olor del establo, y mirra para fortificar al niño, por actuar como vermífugo. Sin embargo, ha sido la interpretación simbólica la que ha gozado de mayor fortuna:
El oro, materia prima de los tributos, como símbolo de la realeza del Niño-Dios.
El incienso, usado en los ritos religiosos y sacrificios, como símbolo de su divinidad.
La mirra, usada para ungir a los muertos, como símbolo de su humanidad (pues, como hombre, era mortal). 
Así, según san Gregorio Magno, se ofrece oro a Jesús cuando se le venera como rey, incienso cuando se le venera como Dios, y mirra cuando se conmemora su humanidad. 
En la misma línea se han buscado otras interpretaciones simbólicas. 
·         La Trinidad:
            Oro.- Padre (poder supremo).
            Incienso .- Espíritu Santo (purificador y mensajero).
            Mirra.- Hijo (mortalidad). 
·         Las tres realidades que coexistían en el cuerpo de Jesús:
            Oro.- divinidad, porque es el más precioso de los metales.
            Incienso.- alma humana, porque se eleva hacia Dios.
            Mirra.- cuerpo inmaculado, porque preserva de la corrupción. 
·         Las tres condiciones fundamentales para nuestra salvación
            Oro.- amor, por ser el más importante.
            Incienso.- adoración a Dios.
  
 Mirra.- mortificación, por su amargor. 
Oro, incienso y mirra se encontraban prefigurados en las tres cosas que se guardaron en el Arca de la Alianza, y que se relacionan con los tres aspectos de Jesús ya comentados: 
Maná, divinidad de Cristo (porque el maná es regalo de Dios) ,oro.
Tablas de la Ley, alma de Cristo (porque ambas encierran todos los secretos de la sabiduría divina), incienso.
Vara florecida, cuerpo de Cristo (porque resucitó), mirra.
Terminemos con la interpretación más moderna, debida a Kepler, que consideraba que la “estrella de Belén” fue una triple conjunción entre la Tierra, Júpiter y Saturno, con el Sol en Piscis (Cristo sería Piscis, con las implicaciones simbólicas correspondientes). Esa conjunción de planetas se ve desde la Tierra como un solo punto anormalmente brillante (una estrella “nueva”). De hecho, esa conjunción se dio en el 7 ó 6 a.C., lo que cuadra perfectamente con la fecha más probable del nacimiento de Cristo; y es muy poco frecuente: la última se dio en 1940, y la próxima será en 2198. En este contexto, el oro representa al Sol, (asociación habitual desde que el hombre es hombre), el incienso a Júpiter, pues es el dios supremo, y la mirra a Saturno, por ser el regente de la muerte, a la cual la mirra está tan asociada. 

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