El nombre de
ámbar parece derivar de la palabra de origen árabe al ambar (dorado), en
alusión al color amarillo típico de esta resina fósil originada hace millones
de años por una conífera (Pinus succcinifera) actualmente extinguida, pero muy
abundante en los inmensos bosques del período Terciario.
El origen de esta sustancia fue durante mucho tiempo
desconocido, y sobre él se elaboraron hipótesis originales y extrañas; se
pensó, por ejemplo, que era orina de lince solidificada, o que derivaba de un
extraño proceso de condensación de los rayos solares durante la puesta del Sol.
Los griegos notaron su peculiar característica de electrizarse al ser frotada
con un paño, lo que contribuyó a difundir creencias sobre la capacidad curativa
del ámbar que, incluida entre las “piedras de fuego”, era considerada adecuada
para la cura de enfermedades respiratorias y nerviosas.
Se creía, además, que
infundía coraje a los gladiadores, que protegía a las mujeres de los abortos y
que constituía un excelente cosmético para la piel. Por último, era considerada
un talismán contra las brujas y los demonios y para proteger a los niños de los
peligros del fuego y del agua.
“Esta es una medicina noble para la cabeza, el estómago, intestinos y otras
afecciones nerviosas, lo mismo que contra las piedras”.
De esta manera,
Paracelso adoraba la esencia de ámbar y además escribió: “Ese es el Magisterium
Carabe (él describía al ámbar de esta manera), que ha mostrado de muchas
maneras sus maravillosas virtudes”.
Todavía en el siglo XIX, al ámbar se le consideró como un tipo de remedio para todos los propósitos.
De este
modo, el ámbar fue altamente valorado desde hace siglos como una piedra
curativa, fumigante y medicinal.
Ya en la Edad de Bronce, sobre 1300 DC, se descubrió el ámbar, empezando desde las costas del Báltico, a todos los lugares de Europa, y fue muy codiciado como “El Oro del Norte”.
Ya en la Edad de Bronce, sobre 1300 DC, se descubrió el ámbar, empezando desde las costas del Báltico, a todos los lugares de Europa, y fue muy codiciado como “El Oro del Norte”.
El ver un
ámbar claro en particular, incluso liso, todavía hoy en día, fascina al
observador. Y su resplandeciente, extrañadamente fundido y coagulado brillo,
además, calienta el corazón y la mente y calma las emociones.
En los
tiempos antiguos, los Teutones lo llamaron “Glaesum”. Se deriva de la antigua
palabra germánica “Glaes” y “glisis” y quiere decir brillar, de la cual se
deriva la actual palabra vidrio.
Los romanos la llamaron succinum, de acuerdo a
su origen, la savia de los árboles, llamada “succus”.
Los griegos lo llamaron
ámbar “electrón” y se refería a sus extraños poderes, así como son bien
conocidas hoy en día las cualidades electro-magnéticas.
Como casi cualquier otra “gema”, el ámbar está asociado e incluso considerado
como “Las Lágrimas de los Dioses” -de tal manera que, por lo menos, el mito de
Phaeton describe su origen.
Nacido del
Fuego y el Agua
Ovidio
describió el mito de Faetón en su “metamorfosis” y fue preservado también en
muchas variaciones por otros poetas. Faetón (ing. El “radiante”, el
“brillante”) es el hijo de rey Sol, Helios y Climena, una de las hijas de
Okeanos -es decir, un niño de una arquetípica unión del principio del fuego y
el agua.
Faetón
creció con su madre y, puesto que fue atormentado a causa de su dudosa
procedencia real por los chicos de su edad, un día quiso demostrar a todo el
mundo que el Dios Sol era realmente su padre.
Persuadió a Helios de que él mismo podía
conducir el “Carro Solar” durante todo un día por el cielo.
Como a Faetón no le
fue posible domesticar a los caballos del Carro Solar y el sol estaba quemando
una mitad de la tierra, Júpiter con un destello lo arrojó del carro.
Faetón
cayó al río del cielo llamado Eridanus y se ahogó.
En sus orillas sus hermanas
se lamentaron por él. Debido al dolor, se helaron y se convirtieron en árboles.
Pero sus lágrimas se volvieron ámbar. Por lo tanto, de ahí el epíteto “Las
lágrimas de los Dioses” respectivamente las “Lágrimas de las Hijas del Sol”.
Aquí, es utilizado para parar el flujo sanguíneo, así como el pus, así como también se le utiliza con fiebre; ambos son aplicados con “exceso de espuma”, para el crecimiento de úlceras y también con endurecimientos y formaciones de piedras. Además, al ámbar se le atribuye una gran capacidad para crear pomadas y aceites.
Hoy en día, su uso es muy familiar como fumigante, como joyas y como piedra de curación.
La
aplicación más sencilla del ámbar es llevarla como joya en contacto directo con
la piel. Como piedra de curación se la aplica para afecciones del estómago,
bazo, hígado, vesícula biliar y riñones y para problemas de piedras y
nerviosismo.
De esta manera, por ejemplo, el duque de Albrecht le dio ámbar a
Martin Luther como medicina para su enfermedad de piedras. Mientras la llevaba,
soportó mejor una “naturaleza resplandeciente”, una flexibilidad y creatividad
fortaleciente y le ayudó a mantener valores tradicionales de una manera
positiva.
Cuando la resina petrificada es utilizada como fumigante, su humo tendrá efectos purificantes y ayudará mentalmente a digerir e integrar “viejos temas”. Se inhala con determinación cuando hay afecciones de estómago, ansiedad cardiaca, falta de aire y punzadas en el costado. Además, el incienso de ámbar debería expulsar la parálisis, la gota y el reumatismo.
Ya Plinius, el Viejo (murió en el 79 AC), también recomendaba el consumo del remedio de ámbar para enfermedades oculares llevando una cadena de ámbar para combatir enfermedades de la garganta, fiebre y desórdenes mentales. Dioskurides y Galen (s.I AC) utilizó el ámbar para combatir afecciones del estómago, diarrea y flatulencia y su contemporáneo Rufus de Efesos alabó al ámbar como medicina universal.
Hildegard von Binger (1098–1178) recomendaba también el
consumo del ámbar para dolores de estómago e intestino, micción agravada,
contra la muerte negra, y mezclada con vino como una forma de remedio
universal.
Y ya en la Edad Media, se utilizó también el ámbar como polvo para
heridas, en vendajes para heridas y en pomadas curativas.
Como
doctor Agrícola apreciaba altamente los remedios del ámbar, para ello “posee la
habilidad de propagar y, por lo tanto, tomarse como bebida, para la hemorragia
allá donde aparezca.
Inhibe el vómito, la diarrea, piorrea que ataca las
úlceras y, finalmente, catarros de cabeza y, de esta manera, es efectiva contra
el dolor de garganta. Vitaliza también el torso y otras partes del cuerpo”.
“Además, el ámbar es bueno para el corazón y con “palpitaciones de corazón”.
“Más aún, el fumigante de ámbar blanco expulsa la epilepsia” escribe el
Agrícola.
Los últimos médicos, especialmente en el S. XVII y XVIII, recomendaban remedios de ámbar para enfermedades reumáticas, enfermedades de corazón, de piel y otras convulsiones, neuropatías, enfermedades de los pulmones y, especialmente, contra la formación de úlceras en los pulmones y riñones, para los constipados de tos comunes, entumecimiento del cuello y degeneración de las articulaciones.
Los últimos médicos, especialmente en el S. XVII y XVIII, recomendaban remedios de ámbar para enfermedades reumáticas, enfermedades de corazón, de piel y otras convulsiones, neuropatías, enfermedades de los pulmones y, especialmente, contra la formación de úlceras en los pulmones y riñones, para los constipados de tos comunes, entumecimiento del cuello y degeneración de las articulaciones.
“Mezclado con aceite de rosa y miel, el ámbar cura los daños en los oídos,
utilizado internamente, fortalece el estómago y lo libera de viejas y malas
humedades … fortalece enormemente el corazón, saca la ictericia, expulsa las
piedras y alivia el dolor, para la sangre en la orina”, Johann Schröder declara
en su libro “Trefflich versehender medizin-chymischer höchstkostbarer Artzneiy-Schatz”, publicado en 1709.
“La práctica
del Carabe es como sigue”, explica Paracelso la primera simple preparación de
una esencia de ámbar en el sexto libro del Archidoxis.
“Toma el Carabe (ámbar) bien pulverizado. Luego, añádele Circulatum (un disolvente de
alquimia; para los primeros experimentos condicionalmente sustituible por
alcohol de alta graduación) en una botella y déjalo en cenizas durante seis
días.
Luego, destílalo tanto como se encuentre aceite en el fondo”. Este aceite
puede, además, ser procesado para consumo, para que “circule (el aceite con)
licor de vino, por la esencia y por sí misma se transforme mejor y el Menstruum
disuelto sea más fuerte… la tintura ha de ser amarilla-dorada …
La dosis para
esta esencia es de 20 a 30 gotas.” Según Johann Schröder, mientras que una
esencia se preparaba de esta manera, tenía un efecto curativo universal, el
proceso con la ayuda del vinagre expulsaba específicamente el sudor y la orina
y fortalecía el corazón.
“Echa vinagre destilado sobre el “Agstein” (ámbar)
blanco … déjalo hervir durante varios días en la arena… hasta que el vinagre
destilado se vuelva rojo, filtrado y extraído y repetir esto tres veces, luego,
precipítalo con el zumo de limones.”
Según Paracelso, hoy en día, la esencia del ámbar se produce nuevamente y de verdad en los laboratorios altamente especializados, donde más de las tres destilaciones mencionadas son llevadas a cabo con el fin de conseguir un alto grado de purificación.
La razón: el gusto y el olor de la esencia de ámbar,
como ha sido siempre descrito, es “extraña” e incluso “desagradable”. Según
Paracelso, incluso el ámbar tiene todavía una pizca de gusto típico de resina.
Experiencias
de los Terapeutas de hoy en día.
La esencia de ámbar activa de forma similar a como lo hace la esencia de oro, todos los chacras al mismo tiempo y, por lo tanto, ello afectará energéticamente de múltiples maneras.
Así pues el plexo solar, el sexual y el
centro de base son especialmente estimulados al estar bajo el control de toda
la “digestión” e “incorporación”.
A nivel energético, fortalece la armonía interna -(particularmente las desarmonías secundarias a problemas conectados con la sexualidad)- y rige los sexos y dificultades, tocando los principios polares elementales del hombre y la mujer, del fuego y el agua.
De esta manera, la esencia de ámbar contribuye a
través de energías inferiores, a hacer posible la integración de esta polaridad
de una forma mejor y a aceptarse uno mismo.
Por lo tanto, ayuda a la superación
de las “viejas lágrimas” de heridas físicas y ayuda a mirar al futuro con
confianza.
Mientras que la esencia alquímica del ámbar está disponible desde hace aproximadamente un año, el ámbar como joya tiene su auge desde hace 2 ó 3 años, después de haber sido casi insignificante durante cerca de 40 años.
MUY CURIOSA LA HISTORIA. ....pero aynsss esto no te va a gustar...creo mucho mas en lo que la mente puede llegar a lograr,,si pone el empeño suficiente, que en cualquier otra cosa, llamese ambar o aspirinas,
ResponderEliminarAhì està el Quid de la cuestiòn..........si se le pone empeño suficiente......me encanta que te parezca curiosa y gracias por el comentario.
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