miércoles, 11 de abril de 2012

MUTUS LIBER . El Libro Mudo III

Làmina dècima

 De capital significación y concerniendo al vaso de la naturaleza, reaparecen los dos signos encontrados sobre las estampas VI y VII y que, vertidos de sus botellas respectivas, ocupan ahora los dos platillos de una balanza. 
Este utensilio ha sido depositado sobre la mesa, tal como lo será de nuevo sobre la decimotercera imagen.

 Como nos muestra su ástil y su aguja en ángulo oblicuo de treinta o cuarenta y cinco grados frente al gancho de suspensión, ¿no estaría ahí la indicación sutil de proporciones que irían del simple al doble? 
Es en todo caso la posición que presentan, de nuevo y singularmente, estando la balanza a la espera de la pesada, sus platillos de nivel, sobrela plancha XIV. 
Hay lugar para estar perplejos, de tal suerte que se estaría también fuertemente inclinado a deducir que los dos ingredientes fuesen de pesos semejantes,o que la balanza ordinaria no fuese de ninguna ayuda.
A la izquierda pues, está el asterisco del harmoníaco, a la derecha, la corola del oro filosófico; evocando esta el azufre y aquél la sal. Con muy grande habilidad la mujer losvierte juntos, en el mismo matraz inmediatamente marcado con los dos jeroglíficos.
El operador que dispone ampliamente de mercurio, enriquecido sobre la plancha precedente y conservado en un frasco panzudo, el operador, decimos, añade este primer principio a los otros dos ya mezclados, y se aplica, con su compañera, a establecer lo mejor posible las proporciones y los pesos de la naturaleza.

Làmina once

De buenas a primeras, esta composición parece en todo semejante a la octava. Pese a ello Mercurio, o Hermes, en su huevo transparente, se levanta sobre la tierra de su nacimiento, que es ahora luminosa, como la diáfana sustancia que constituye, según Savinien de Cyrano de Bergerac, la superficie ordinariamente inconcebible del sol. 
Es un verdadero placer leer lo que nos dice el filósofo con respecto a esta tierra sublimada que es la del matraz de Jacob Sulat yde las grandes llanuras del día, la que también es semejante a los copos de nieve ardiente.
El dios Mercurio, en lugar del pétaso habitual lleva, esta vez también, una suerte de bonete. 
Este tocado, horadado por dos ojos abiertos y flanqueado por alas desplegadas,toma así el aspecto de una lechuza en vuelo.
He aquí curiosamente manifestado, el conocimiento que simboliza el pájaro nocturno,consagrado a Minerva y encaramado sobre un vaso en el anverso de las monedas deAtenas. 
Ilimitado saber suministrado por el mercurio de los filósofos que no tiene la menor relación con el azogue o el mercurio del comercio. 
El de los sabios, en el gradode exaltación que ha conseguido aquí, se convierte en un verdadero y profundísimo espejo, fuente de reflexión del presente eterno e inmutable
Làmina doce

Igual que la plancha precedente parecía renovar la octava, la que se presenta a su vez ante nuestros ojos recuerda también a la novena, casi hasta la identidad.
Si el carnero y el toro, que se ven sobre las dos imágenes, representan sin duda algunalos dos protagonistas de la Gran Obra, es decir el mercurio y el azufre, simbolizan también, y no menos ciertamente, los dos meses más ricos de la estación primaveral.
El movimiento de las ondas se ha vuelto considerable, el cual es transmitido al licor dulce e íntimamente agitado, ilustrando de manera positivas el primer párrafo de la Tabla de Esmeralda: 

Si, es sin engaño, cierto, y muy verdadero. Lo que está debajo es como lo que está arriba. Y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de una cosa.  

Las ondas son esta aguas que Dios separó, o más bien sublimó, al comienzo del Libro del Génesis y que los antiguos alquimistas, en su creación microcósmica, han llamadolas aguas celestes.
Pues sería preciso no tomar por nubes, cargadas de lluvia e impulsadas por el viento,la espesa ebullición que, sobre la presente estampa, la luna regulariza aún más que el sol.
 A ejemplo del Maestro, hemos recordado a menudo la condición, sine qua non y  exterior, que el señor des Marez tuvo él mismo la intención de que fuera comprendida  y respetada. 

La pareja de alquimistas habiendo llenado su voluminoso frasco con el líquido, más rico aún después de esta segunda exposición, se lo da de nuevo al dios Mercurio que Magophon, sobre la novena plancha, ha visto ya comprando el mismo “puchero de  esta agua divina a una campesina”. 

El mercurio filosófico, tal como lo dicen todos los autores y lo prueba la experiencia, busca ávidamente al espíritu universal del que nuestro licor está aquí cargado hasta la saturación, hasta permitir fácilmente su increíble y del todo natural cristalización
Làmina trece

Se notará sin duda, al examinar esta imagen, que se divide entre la práctica y lo simbólico, que se parece a la décima; en suma, que se suceden seis planchas que, por parejas y a primera vista, parecen idénticas.
 Esto no es exacto como se ha visto, y esta vez además, se revelan al examen variantes muy significativas.
El hombre que vierte simultáneamente sobre cada uno de los platillos de la balanza, no tiene más que dos asteriscos en el frasco de su mano derecha, mientras que del frasco que sostiene con la izquierda cae un sol minúsculo, en el lugar y puesto del flosculus  anteriormente suministrado.
Los dos pequeños signos radiados, que quedan en el recipiente, constituyen juntos el
famoso RE, a saber los dos tercios de RER, y la mitad del RERE inicial.
Aunque el recipiente haya recibido también su cantidad sobreabundante del influjo de la segunda exposición, aunque esté inclinado casi hasta la horizontal para ser cerrado,no deberá escapársele al observador la doble singularidad, primero, de que el signodel armoníaco haya desaparecido, y luego, que la superficie del baño mercurial no haya cambiado, cuando debería ser plana y perpendicular a la vertical. ¿No existen ahí  dos indicaciones particulares, concurrentes a establecer que el matraz ordinario de los laboratorios no es más que el símbolo del huevo en cuya composición  la misteriosa
sal de armoníase encuentra absorbida?



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